lunes, 16 de marzo de 2015

Talleres de lectura barrileteros - Anabela Rostan para AIM

En la biblioteca “Esos otros mundos”, de la asociación civil Barriletes, está por comenzar un taller de lectura de literatura del litoral que, durante la primer mitad del año, se llamará “Apuntes para un jardín”. “Lo llamamos de este modo porque los textos que vamos a leer toman al jardín como una posibilidad de escritura o una posibilidad de vida”, comentó a AIM uno de los coordinadores, Kevin Jones.
 
En diálogo con la Agencia, Jones relató que “en el taller tenemos planeado leer autores de la región que se centran en el jardín como espacio poético, como ‘El hombre de Luxenburgo’ de Arnaldo Calveyra o ‘La Huerta Azul’ de Reynaldo Ros’. Pero  “con algunos autores, buscaremos la posibilidad de territorializar, de recordar la infancia o considerar a la vejez como una posibilidad de vida y de amor”, agregó.
Además,  el coordinador indicó que “tenemos previsto que los encuentros sean semanales, todos los jueves a partir de las 17:30 en la biblioteca de la nueva sede de Barriletes”.
La inscripción es anticipada y está abierta hasta el 15 de marzo: “esto se debe a que tenemos que organizarnos y manejarnos con el material de lectura que trataremos en cada encuentro”.
 
 
 
Taller poético

 Por otro lado, el barriletero recordó el taller poético que se desarrolla una vez al mes, donde “en cada encuentro tratamos un autor del litoral poco conocido, que circula por circuitos restringidos. Lo que intentamos hacer es elegir un solo libro e intentar mediarlo del mejor modo posible en el grupo”.
También indicó que estos encuentros “los organizamos un sábado al mes, y los lugares de encuentro son la sede de Barriletes o la plaza Sáenz Peña”.
Ambos talleres están abiertos al público en general y son libres y gratuitos, porque “los consideramos como un dar y recibir distinto al habitual, no pedir ni dar nada a cambio. Sólo compartir”, expresó.
 

Apuntes para un jardín en Barriletes - Graciela Dobantón para El Diario

Cómo atraviesa el jardín las páginas de la literatura litoraleña. Cómo lo viven, lo abordan, lo reescriben o lo recuerdan autores de diversas épocas y regiones. En torno de ese tema girará un taller de carácter libre y gratuito.
Se trata de la biblioteca Esos Otros Mundos, organismo de la Asociación Civil Barriletes.
Dos de sus actores, Kevin Jones y Hernán Hisrchfeld, visitaron EL DIARIO para dar cuenta de esta nueva iniciativa de trabajo.
El nombre escogido para esta propuesta es Apuntes para un Jardín.
El taller que tendrá carácter libre y gratuito se desarrollará una vez por semana en Courreges 189, nueva sede barriletera.
Las inscripciones se recibirán hasta hoy en la dirección:
bibliotecabarriletera@gmail.com y está previsto que el primer encuentro sea el jueves 19. 
 
 

INICIATIVA. “El grupo de lectura surge de distintas experiencias que tuvimos en bibliotecas en particular o en espacios públicos –explica Hernán-. La idea es traspolar esta experiencia a la biblioteca de Barriletes”.
Durante dos años hicieron acciones sobre literatura entrerriana en particular, y de autores del Litoral. “Así es que puede considerarse una marca de trabajo”, manifiesta.
“Decidimos armar un grupo que tuviera unas cuestiones más formales como esto de una inscripción previa y un cronograma de lectura más o menos pautado”, aclara Hernán y agrega que ese cronograma gira alrededor de un tema tópico, en este caso el jardín.
Lo ideal fue pensar el jardín en distintos autores entrerrianos y del Litoral en general: Carlos Mastronardi, Arnaldo Calveyra, Diana Bellessi o Emma Barrandeguy.
“Cuando abordamos el jardín como posibilidad de vida lo hicimos pensando en Emma Barrandeguy, porque justamente el jardín en Emma Barrandeguy se vuelve un lugar donde ser, donde vivir la vejez, el amor”, explica Kevin.
“Aborda este tópico tanto en el último de sus libros publicados donde el espacio del jardín aparece como el único sitio de vida dentro de la casa y en un archivo donde ella empieza a construir metáforas de su vejez, en torno de las plantas”, agrega Kevin.
Otro autor a abordar será Carlos Mastronardi. En él se trabajará la territorialización de la infancia.
En esta construcción, la mención del jardín conllevaría toda una historia literaria posible.
El grupo que se internará en jardines tendrá 15 encuentros con una frecuencia semanal. Comienzan el 19 de marzo y terminan en julio, “con la idea de ver la continuidad en la segunda mitad del año con la gente que vaya a los encuentros”, adelanta Kevin y añade: “Veremos la posibilidad de reeditarlo con otro tópico y con otra guía de lecturas. A veces es difícil conseguir los textos y se requiere que nosotros los digitalicemos. Por ejemplo en estas últimas semanas nos hemos estado dedicando a digitalizar los textos”.
La cita será todos los jueves de 17.30 a 19 en Courreges 189. . El acceso es libre y gratuito.
“En Barriletes aún estamos con el desorden de la mudanza, pero en algún lugar se hará. De todos modos, la idea es apropiarnos ya de la nueva sede”, concluye Kevin.

Aquí la nota en El Diario.

El viaje hacia el poema: buscar ocupar en el otro un espacio que en él no existe

Taller sobre Mediación de lectura
Biblioteca Provincial de Entre Ríos
1/Noviembre de 2013

 

LOS SUEÑOS


Todos los días podes soñar algo distinto, como si te fumas un cigarrillo todos los días, como jugar a la pelota todos los días. Pero nunca te vas a cansar de soñar, nadie te va a poder sacar ese sueño de pensar. Vos podes soñar de noche, cuando dormís, podes soñar despierto. Soñá, soñá como vos querés, y sueño lindo, feo, sueño largo, sueño corto pero siempre vas a soñar. Yo siempre sueño que estoy con mi familia, que estoy en la calle, algunas noches sueño que me caso, sueño con mi libertad sueño, sueño y sueño. Sueño con estudiar, sueño con conocer la cancha de River. Son sueños que si uno pone voluntad se pueden cumplir, nadie me va a sacar ese único momento q tengo para soñar.

Yona

 

 

Está claro que el momento no es propicio, que las circunstancias nos son adversas. Y, sin embargo, o por eso precisamente, yo hablo aquí de ensanchar la frontera, de construir imaginarios, de fundar ciudades libres, de hacer cultura, de recuperar el sentido, de no dejarse domesticar, de volver a aprender a hacer gestos, a dejar marcas. Ilusa, creo que todavía vale la pena aprovechar que al lobo se le ha hecho tarde para jugar un buen juego, dejarse entibiar por un rayo de sol antes de que lleguen la noche y el silencio

Graciela Montes, La frontera indómita

 



¿Desde dónde comenzar a desovillar el largo ovillo en que estamos metidos? La misma pregunta que, hace ya varios años, se hiciera Laura Devetach al comenzar a tratar de pensar varios de los problemas, temas, tramas y caminos que nosotros también aquí recorreremos, nos la repetimos. Pero no solo como un eco. Sino como un genuino ejercicio de lectura de aquella pregunta que no dejaba, por su abuso consciente de la metáfora y el juego, de ser política.
Tratar de construir un espacio que funcione para multiplicar, que logre devenir en prácticas específicas y situadas, y arroje a otros al ruidoso hacer, implica, necesariamente, volver a preguntarnos por el nosotros. ¿Quiénes somos nosotros? Este Equipo de Mediación de lectura comenzó sus primeros pasos hacia fines de 2012 en la Asociación Civil Barriletes.
Esta Asociación fue fundada en agosto de 2001 en el marco de las búsquedas sociales de formas afectivas de resistencia ante la crisis. Desde entonces emite la homónima revista mensual, siendo la misma de carácter social: Más de la mitad del dinero de la venta va a manos del vendedor y el resto regresa a los fondos de la Asociación para la emisión de la revista y solventar otras actividades. De manera que Barriletes constituye desde sus comienzos una salida laboral con tintes cooperativos; pero también un espacio de Educación y Comunicación comunitaria. Estas dos últimas líneas de trabajo son las que dieron lugar a que fuese esta Asociación, en la que este Equipo nazca.
Así, desde este grupo de trabajo realizamos diversas experiencias: Talleres de mediación de lectura con niños y adultos mayores de carácter semanal. A su vez, se sostiene un trabajo articulado con una escuela primaria de la ciudad en conjunto a la Biblioteca de la escuela que prevé la realización de un taller literario mensual en la escuela.
El Equipo a su vez ha ido ejerciendo prácticas que marcan una cartografía aún más difícil de rastrear: Habitando espacios de forma espontánea –como Ferias del libro. Pero también trabajos constantes lejos en el mapa físico y simbolico de la práctica barriletera: Como es el laburo que viene sosteniendo durante todo este año Sofía en la ciudad de Rafaela junto a jóvenes institucionalizados con diversos problemas con la ley.
Son estas derivas las que han hecho que el profuso hacer nos exija tiempos de distanciamiento critico de nuestra práctica. Por eso, en lo cotidiano dejamos lugar a los ruidos del hacer. Lo escrito, lo leído, lo pensado en esos momentos de escucha respecto a nuestra propia práctica constituyen la base de lo que aquí comunicaremos.
Oír el ruido del hacer es una decisión ética y política. Una decisión que está presente aquí hoy, sin dejar de tratarse de una escucha cotidiana. Presente en aquella mediadora que busca desesperadamente textos para los jóvenes detenidos que ve cada semana, pero a su vez lee Vigilar y castigar de Foucault. En la estudiante que acepta caminar treinta o cuarenta cuadras cada día junto a un montón de niños, y a su vez les lee el primer capítulo de El hombrecito verde y su pájaro de Laura Devetach. En la amiga que acepta nuestra invitación a leer a Michèle Petit pero también a ir a la Escuela Hogar.
 
Otra caligrafía para el conocimiento: Políticas de amistad.
Al momento de presentar un grupo de textos inéditos de María Adelia Díaz Rönner, sobre quien volveremos más adelante, Gustavo Bombini señala, respecto a su amistad con Díaz Rönner: “más allá de estos recorridos institucionales, la experiencia intelectual y la experiencia de la vida nos coloca frente a inusitados e inesperados itinerarios, no previstos en ningún curriculum de formación, ni en ninguna cátedra, ni seminario ni programa de doctorado. El conocimiento y la estrecha relación con un campo de la experiencia intelectual y artística pueden forjarse por entero por fuera de las instituciones y venir de la mano de otras lógicas.”[1]
Una de esas lógicas, señala Bombini, puede ser la de la amistad. Palabra justa esta para venir a señalar aquí de qué forma nos atreveremos a llamar conocimiento a lo que aquí expandiremos. Por un lado, esta osadía tiene que ver con nuestro afecto y valor por las palabras. No nos da lo mismo hablar o no de conocimiento. Creemos que las palabras tienen pelo y peso, así que valen en su singularidad. Por otro lado, es una apuesta política. Dejar el monopolio de la producción y legitimación del conocimiento a lo instituido es cuanto menos riesgoso. Venidos de una formación que nos ha enseñado a tomar a la literatura robándola[2], no es casual que elijamos tomar por asalto la palabra conocimiento.
Se trata, en última instancia, de estrategias de resistencia y lucha. Habitamos, a la fuerza, también nosotros esa palabra tan pacata que es conocimiento.  Sin embargo, dicho esto y estando ya sumergidos en ésta, ¿de dónde viene ese conocimiento?
Necesario es recurrir a la metáfora de la trama. Una trama, bien tejida y al sol, de textos. Los de Graciela Montes, los de Michèle Petit, Laura Devetach, Freire, Díaz Rönner. Pero también los Roldán, María Elena Walsh, Liliana Bodoc, Emma Wolf, Silvia Schujer. Y todos los que antes, durante y después hemos seguido leyendo en el desvelo eterno de la literatura. Y sobre ellos sus tapas. Los colores de sus lomos. Los sitios donde los hayamos. Las manos que nos lo alcanzaron, la pasión con que han sido leídos. Y sobre ellos, todas las voces de los niños, niñas, adolescentes, adultos, pares, amigos, vecinos, gente seria y gente de a carcajadas nos ha dicho, leído, pensado, cantado, buscado y tejido.
Si el cuerpo, como creía Freire (y nosotros también), guarda ante la experiencia la posibilidad activa de escribirla, este Taller es la escritura leve de esas experiencias. Experiencias que vuelven difusas las fronteras entre lo leído y lo vivido.
Escritura esta que no es ya hecha según un discurso u otro. Oscila sí. Pero lo interesantes, más que su discurso es lo que hay antes: Deseamos que aquí haya más que otra escritura, ante todo, otra caligrafía de la escritura. 
 
 
 
El viaje hacia el poema
            Los primeros pasos que tratarán de darse en este primer encuentro están relacionados con el lugar desde el cual pensaremos a la literatura en este taller. Pensar la práctica de mediación de lectura supone pensar la lectura literaria en sus particularidades y posibilidades. Pero, antes, es necesario horadar algunas visiones sobre la literatura. Dejar crecer otras. Ampliar el imaginario sobre lo que el texto literario florece.
            En ese camino, dice Juan Gelman:
 
“Es que la poesía es un movimiento hacia el otro, busca ocupar un espacio que en el otro no existe. (…)
El viaje hacia el poema es más importante que el poema. La poesía es patria de los espacios negros y mira la calandria que sale volando de los ojos de un niño porque él la quiso ver.”[3]
 
 
Hay cosas en estas palabras que se dejan ver, casi de costado: La poesía crea espacio. La poesía funda subjetividades. Afirmaciones que, en su hermosura de pájaros sobre el papel, luego trataremos de ver volar un rato. Pero en este momento, acerquémonos a ese viaje que Gelman prioriza.
            ¿Desde cuándo estamos viajando hacia el poema? ¿Por qué tenemos esa rara sensación cuando hemos llegado? ¿Qué es llegar al poema?
            Quizás ese viaje es tan antiguo como la palabra misma. Esa palabra-viaje que es el poema. Viajar transforma, sí. Viajar mueve. Pero viajar también supone voluntades.
            Y también: El viaje hacia el poema supone equipajes.
            Reconocer en cada uno de nosotros un equipaje poético. Darle sitio, hacerle lugar. Este primer encuentro va a intentar poner sobre la mesa ese equipaje.
Un equipaje que puede estar hecho de muchos textos. Sí. Y a su vez de otros textos. Que las palabras de Laura Devetach nos hagan cosquillas:
 
“La escritura y la lectura del trazo que nos enlaza a unos con otros, del vínculo que cada ser humano va entablando con otros seres y, también, de la multiplicación de estos vínculos que forman redes y tramas en la vida de las personas. Cada gesto que un individuo hace, puede ser leído, generar palabras que lo nombren, generar escritura. Por eso interesa el lenguaje anterior, la escritura anterior, la lectura anterior a la palabra. Cuando llegamos a la hora de las nanas ya hay un pequeño mundo de trazos, de vínculos posibles de ser leídos, escritos a través de lo sensible. Trazos que después se van entramando en redes.”[4]
 
Mirar el bordado de esas redes. Mirar las redes mismas. Darnos tiempo para hacerlo. Dar lugar a ese montón de textos internos que nos habitan y pueblan, y sin los cuales vivir sería cuando menos imposible. Ponerlos sobre la mesa, regarlos.
            Este espacio trata de darnos esos tiempos y esos espacios. Porque es necesario. Porque no somos tontos y sabemos que vivimos en el marco de un capitalismo –cuánto menos- salvaje y global. Y sin embargo, venimos, como Montes, a proponer ensanchar nuestras fronteras de paso hacia lo imaginario y poético. A volver el mundo más desconocido, e indómito.
            Defender nuestros espacios indómitos y fronterizos. Como Yona, que nadie nos saque nuestros espacios para soñar.
 
Kevin Jones / Equipo de Mediación de lectura


[1] en “La escritura de un prólogo desde el entrecruzamiento de lógicas” en Díaz Rönner, La aldea literaria de los niños. 1ª edición. Comunicarte. Córdoba:2011 p.8
[2] Ver aquí el (hermoso) ensayo de Pètit: “La cultura se hurta” incluido en Lecturas: del espacio íntimo al espacio público. 1ª edición. Fondo de Cultura económica. México:2008. Traducción de Paleo y otros.
[3] en “Dentro y fuera de la lengua” Palabras al recibir el Premio Juan Rulfo (2000) Online en http://www.pagina12.com.ar/2000/00-11/00-11-26/contrata.htm
[4] en La construcción del camino lector. 1ª edición. Comunicarte. Córdoba:2008 p.19

martes, 3 de marzo de 2015

Encontrar una vulgar certeza - Hernán Hirschfeld para Barriletes

Con el mismo cuidado vigilante
con que cruzamos las calles con un niño,
con el mismo cuidado minucioso
con que se cuenta el dinero de los vueltos.

E. Barrandéguy, Las puertas II





Es invierno, aprovecho los días libres para preparar materias de la facultad mientras el frío se ocupa de toda la casa, excepto por un pequeño espacio donde estoy ubicado. Con vidrios empañados y calefactores al mango, los últimos días de julio no sólo suelen ser los más frescos de todo el año sino que hay algo en ellos que me despierta extrañeza. Algo de ese frío me recuerda que alguien falta en casa, alguien que desde hace mucho tiempo se fue del hogar y ha dejado sus aromas y huellas. El tiempo y la memoria, después de mucho tiempo, se encargaron de hacer esas huellas más difusas.
Pienso en esto y suena el portero, algo que esperaba durante mucho tiempo llega por el correo. Son las Poesías completas de Emma Barrandeguy, un libro difícil de conseguir si consideramos la escasa tirada para una de las primeras escritoras de Gualeguay. Me pregunto si son las coincidencias del tiempo las que hacen que aparezca precisamente en este momento, en este día, como si fuera una señal divina o una señal de un servicio postal desorganizado.
Mi primera lectura es desprolija, abro el libro y en una página al azar decido comenzar a leer un fragmento:

Mi respuesta tiene la única vulgar certeza:
dentro de cincuenta años,
todos los de mi edad estaremos muertos.
Y tu cargo será ocupado por otro
y mi libro será leído por otro.
Déjame pues.
Mientras,
dejame terminar de leerlo.


Suelo volver sobre el modo en que los libros llegan a nuestras manos, porque tarde o temprano condicionan nuestra forma de leerlo. En El último lector, Ricardo Piglia dice que cuando encontramos un libro establecemos una relación (a veces implícita, otras no tanto) entre nuestra realidad y lo que sucede dentro del texto. El hecho de que nuestra vida tenga que ver con esa “entrada a los textos”, dice Piglia, está tan unida a lo que sucede en el libro que en definitiva ese modo de acercarnos pertenece también a la literatura. Este pequeño relato se debe justamente a contar mi llegada (tardía) al texto y demostrar que la literatura, si no soluciona los problemas de nuestra vida, al menos tiene un efecto reparador.
El efecto reparador que logró la poesía de Emma, en quienes participamos del taller poético de Barriletes, motivaron la propuesta de preparar un rescate sobre su vida y su producción poética inédita.

Biografía
Emma Barrandeguy nació el 8 de marzo de 1914 en Carbó, una ciudad cercana a Gualeguay. Luego de varios años y por motivos económicos, Emma y su familia deciden irse a Gualeguay a causa de una gran pérdida hacendaria que los obliga a buscar trabajo. Emma terminó sus estudios en la escuela Normal de Gualeguay y a los 15 años comienza a trabar amistad con quienes más adelante serán sus compañeros de trabajo: Juan L. Ortiz y Carlos Mastronardi. La internacional entrerriana, una investigación realizada por Agustín Alzari, profundiza sobre las actividades realizadas por Emma Barrandeguy y su grupo en la biblioteca popular de Gualeguay y cuenta que el equipo “lograría en dos años, con esos mismos escasos fondos, cambiar para siempre la historia de la institución y, en ese acto, la historia de Gualeguay. No solo porque sus tres principales escritores, Carlos Mastronardi, Juan L. Ortiz y Emma Barrandeguy, tomaron cartas en el asunto, sino por lo que efectivamente consiguieron, entre 1935 y 1936: que la Biblioteca Fomento recibiese a Raúl González Tuñón, Felisberto Hernández, Atahualpa Yupanqui (…) entre otros notables y desconocidos escritores, músicos, actores e intelectuales de la época”
Acompañada por Ernesto Hartcoff, editor reconocido en Gualeguay por incentivar a escritores jóvenes, Emma comenzó su carrera periodística y literaria entre los 18 y 19 años. En estos tiempos ella también ingresó oficialmente al grupo Claridad, donde publicó en 1936 su primer poemario. Al año siguiente se traslada a Buenos Aires y comienza a trabajar en el diario Crítica, además de realizar traducciones para El Ateneo.
Emma regresó a Gualeguay a mediados de los años ochenta después de numerosas publicaciones y menciones. Recibió el premio Fray Mocho con la novela Crónica de medio siglo. También inauguró con la compañía de otros escritores la Sociedad de escritores de Gualeguay.
            Falleció el 19 de diciembre de 2006 a causa de una enfermedad pulmonar. En la biografía preparada por su hermana se incluye un anexo después de los datos de su muerte: “Quede aquí registrado por primera vez que los escritores noveles de Gualeguay y sus alrededores le llevaban sus carpetas con poemas, cuentos, etc., para que ella les diera su opinión y les sugiriera lecturas que los ayudaran a pulir su estilo. A esa actividad de orientación y estímulo dedicaba gran parte de su tiempo”.



Su poesía

La obra poética de Emma no es numerosa, cuatro poemarios con distancias de publicación muy amplias componen toda la obra en vida. Así, después de la publicación de Poemas 1934-35 encontramos, dos décadas más tarde, su segundo libro llamado Las puertas, con un estilo de escritura distinto al anterior y que mostrará cambios con el avance del tiempo. Refracciones se publica en 1986 e inaugura una etapa que, según Irene Weiss, la compiladora de su obra, funciona como antesala al último poemario ya que demuestra “las despedidas de las experiencias vitales”. Por último, Camino hecho fue publicado en 1991 y problematiza cuestiones de la memoria desde las representaciones familiares. La escritura de Camino hecho se compone a partir de recuerdos que son vistos desde la vejez, cobrando un tono cargado de melancolía que no figuraba en otras etapas de su obra.
Cada uno de estos textos se puede dividir en tres etapas diferenciadas por el contenido de los poemarios. La primera etapa comenzaría con Poemas 1934-35, que demuestra los rasgos políticos de la autora, escribiendo sobre las presiones que sufría la clase obrera de la región. Las puertas y Refracciones se encadenan a partir de las expectativas sobre el futuro y la búsqueda de una propia identidad que se verán problematizadas en su último libro. Camino hecho cierra el ciclo con fuertes presencias de la memoria. En este caso, la aparición de la vejez impregna las representaciones que antes se mostraban como vitalizadoras: ¿Por qué no es posible el amor?,/ me preguntas./ somos viejos, respondo. (Camino hecho, El cuerpo)
Contar resumidamente de su obra édita nos sirve de introducción para hablar sobre la serie de poemas no publicados de la autora y dimensionar el trabajo de archivo realizado.
Poesías completas incluye poemarios inéditos de distintas etapas de su vida. El más grande, llamado Archivo, reúne poemas escritos durante toda su carrera y están organizados cronológicamente. Este último dato es importante de considerar, ya que figuran textos escritos desde los 17 años hasta los últimos meses de su vida. Archivo está compuesto por sesenta poemas que registran la evolución poética de Emma Barrandeguy desde lo que podríamos definir como “detrás del telón”. Según Irene Weiss muchos de esos poemas “evidencian la búsqueda de una regularidad, rítmica y métrica que en otros libros aparece sólo de modo esporádico.” Además de esto, podemos encontrar poemas que no respondían a las visiones de mundo propuestas en los libros publicados en vida. Un ejemplo sería el poema “Juguemos”, que se escribió en la etapa de Poemas 1934-35 y demuestra la vitalidad que correspondería a la segunda etapa de escritura. Aprovechamos el espacio para publicar uno de los poemas:

Juguemos

Rayemos con tiza el patio,
a escondidas de mamá
y con líneas bien marcadas
la rayuela quedará.

Jugaremos alejadas
de todas las cosas serias
y yo prometo olvidarme
que debo ser la maestra.

Con una pierna solita,
sin cambiarla y sin pisar
las rayas, hay que ir despacio
al “cielo”, punto final.

Mis veinte años se quedaron
fuera del patio con sol
donde saltando y saltando
juegan las niñas y yo.

Junio 2/943

Llegar tarde

La escritura de Emma Barrandeguy se ve impregnada de recuerdos que nos atraviesan a todos de algún modo. Ya sea en la infancia con juegos o la imagen de alguno de nuestros abuelos cuidando de un jardín. En el segundo encuentro del taller poético, que estaba relacionado con Emma, Kevin me cuenta que nuestra generación de jóvenes llegó tarde a la literatura entrerriana porque perdimos la posibilidad de tener a estas figuras presentes. A ese taller lo terminamos con la emoción de haber encontrado algo que nos faltaba a cada uno, una emoción amarga pero que logró mostrar que una llegada, aunque sea tarde, sirve.

Hay lugar la poesía en los espacios públicos - Graciela Dobanton para El Diario


Domingo 1 de marzo de 2015


Ayer sábado a la tarde en la Plaza Sáenz Peña se desarrolló un taller poético que abordó la obra del poeta santafesino Juan Manuel Inchauspe. El ciclo está a cargo los mediadores de lectura de la biblioteca Esos Otros Mundos, de la Asociación Civil Barriletes.





“El taller está dirigido a gente que se incomoda con la poesía”, espeta Kevin Jones, de la biblioteca barriletera.
Y es una suerte de declaración de principios y una forma de entender esta actividad que se viene desarrollando una vez por mes con una calidad sostenida, en cuanto a los poetas elegidos y al modo de encararlos. Los organizadores de estos talleres se encargan de buscar autores de profundidad poética, que tengan algún punto en común “aunque a veces las similitudes las encontramos en la práctica”, dice Kevin a EL DIARIO. Además, el encargado de coordinar el encuentro está por uno u otro motivo “atravesado, incomodado, interpelado” por el autor que aborda.
Atravesada por la angustia existencial, la de Inchauspe es una poesía narrativa y reflexiva, que influyó a toda una vertiente contemporánea de pesimismo ante el lenguaje.
Esta serie de encuentros está dedicada a poetas santafesinos. Primero fue la poeta Beatriz Vallejos y luego Juan Manuel Inchauspe, de quien dice Beatriz Vignoli en una nota en Página/12: “Juan Manuel Inchauspe (1940-1991), vivió en Rosario durante la fructífera década del 60 y de quien en vida se publicaron sólo dos libros: Poemas, 1969-1975, que salió en 1977 por Ediciones La Ventana, de Orlando Calgaro, y Trabajo nocturno, que editó en 1985 la Universidad Nacional del Litoral con prólogo de Edgardo Russo. En 1994 la UNL publicó su Poesía completa con dirección y prólogo de Estela Figueroa, quien aporta un breve texto preliminar a una nueva edición de su poesía. Los editores esta vez son Sergio Delgado y Francisco Bitar, quien realizó una cronología de su vida basándose en información aportada por familiares del poeta. Dos conjuntos de poemas: Poesías (1961) y Climas (1962/1963) habían permanecido inéditos hasta ahora, mecanografiados por el poeta y guardados en el archivo familiar. Aquí se publican. También se incluyen sus traducciones de poesía de Drummond de Andrade y Manuel Bandeira realizadas para revistas literarias. Fotos, notas, ensayos y estudios sobre su obra, además de entrevistas por Carlos Morán y Enrique Butti, se complementan con semblanzas por Roberto Aguirre Molina, Rogelio Alaniz, César Actis Brú y Pablo Barbagallo. Un prólogo de Marilyn Contardi le sigue al de Figueroa”.
En diálogo con EL DIARIO, Jones explica que el taller poético venía abordando autores entrerrianos y la decisión de trabajar con autores santafesinos pasa por pensar el Litoral como un mapa ampliado, más allá de fronteras geopolíticas, como una zona literaria.
Se han nutrido de textos gracias a publicaciones de la Editorial Municipal de Rosario y de la Universidad Nacional del Litoral.
“Son autores bastante desconocidos hasta el día de hoy, cuyas obras han sido publicadas en ediciones muy pequeñas y recopiladas –explica Jones–. La línea es leer a estos autores un poco desconocidos para el gran público, pero que sabemos que son autores de culto, cuyas obras son sólidas construcciones poéticas”.

ENCUENTROS

Siendo coherentes con la idea de encontrarse de la manera más artesanalmente posible con un autor, Jones explica: “Hay todo un movimiento cuando se edita un libro que hace mucho que no circulaba. El hecho de que esté publicado no quiere decir que lo hayamos leído. Entonces, propiciar encuentros alrededor del autor, seguir construyendo lazos artesanales ante sus textos, nos permite leer a ese autor y que esa mediación se termine de consolidar”.
Al respecto, detalla que en los talleres se entregan algunas ediciones artesanales de algunos poemas del autor sobre los que se trabaja. Eso también permite que la gente se lleve esos libros a su casa.
“El taller poético trata de ser una ocasión de lectura, donde el texto, el tiempo y el espacio estén y poder encontrarse de la manera más artesanal posible con el autor”, recalca.
En cuanto a la elección del autor, de este autor y de todos los que lo han precedido comenta que es debido a que quien coordina el taller tiene que ser alguien que por distintos motivos se haya sentido tocado por la obra poética que quiere mediar.
“A éste lo coordinó Sofía Dolzani, quien el verano ha pasado muchas noches leyendo los poemas de Inchauspe y desde el lugar de persona afectada por estos poemas que lo elige. Es parte de la biblioteca, mediadora de lectura”, informa.
En lo que a la elección de la plaza se refiere, explica: “Quisimos aprovechar el verano para hacerlo en una plaza, por otro lado porque habíamos hecho una liberación de libros en la Sáenz Peña y nos pareció una experiencia muy linda”.

AL MARGEN

SU POESÍA. Inchauspe, si bien es un autor no masivamente conocido, lo es de culto. Su poesía tuvo influencia en una generación atravesada por el pesimismo ante el lenguaje. Según Enrique Butti, “la reflexión se hace sistemática y materia misma del canto”.

Aquí la nota en El Diario.