jueves, 25 de junio de 2015

Sobre las infancia(s) barrileteras

En esta nota buscan volverse letra algunos ecos de los Encuentros de Formación que han tenido lugar en Barriletes durante el mes de Mayo. La infancia, como pregunta, ha atravesado estos encuentros.

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Estamos en el salón de la casona que desde hace unos meses Barriletes habita, en Courreges y Perú. Improvisamos temprano un tablón en que descansar los mates de la mañana de sábado. Días atrás el Negro puso en la ochava las cortinas, pintadas con un paisaje de barrio. Son gestos con los que preparamos la segunda jornada de nuestros Encuentros de Formación.


     Esta mañana queremos hablar de la construcción de los espacios de Taller como territorios. Sin embargo, antes de comenzar a desandar ese tema, requerimos de un insumo para la tarea que juntos nos daremos. Durante un buen rato primero escribimos y luego leemos la respuesta que ensayamos a la pregunta ¿cómo hemos llegado hasta acá? En esa pregunta tratamos de buscar los senderos por los cuales las inquietudes sociales comenzaron a tomar forma, a definirse de modo tal de volverse decisión. Surgen así las opciones tomadas desde esta inquietud en la ronda: elecciones de carreras, de espacios de militancia, de acercamientos a colectivos y foros. 
En su costado, la Vero, integrante de Barriletes desde cuando esto solo era una idea, dibuja un árbol. En los tiempos del 2001, la Vero trajo consigo La luciérnaga de Córdoba, una revista de calle que permitía volverse ingreso digno para sus vendedores en el mapa del desempleo de la crisis. Inspirados en aquella edición, y envalentonados por su lema Mendigar nunca más, un grupo de personas se sumaron para dar forma a Barriletes. Barriletes, en aquel entonces una revista, pero que quizás ya sabía en ese momento que se volvería radio, biblioteca, taller, mañana de sábado. La Vero podría escribir aquella historia en la hoja que repartimos para iniciar la actividad. Sin embargo, elige dibujar un árbol, y deja que la historia del nacimiento de Barriletes se vuelva una anécdota más entre tantas de esa mañana. En lugar de hacer de ese comienzo una épica, un caso ejemplar o una historia increíble, la baja a la realidad del habla de tantos que esa mañana contamos nuestros andares militantes. Así vuelve al mismo gesto trazado en torno a aquella revista traída de Córdoba: la posibilidad de dibujar siempre algo nuevo, de hacer un árbol diferente.   

Barriletes nació al calor de la crisis y en busca de ser una forma de tejer lazos sociales allí donde el Estado había retrocedido y dejado el desamparo. En este sentido, es necesario pensar el sueño de Barriletes como un sueño en permanente búsqueda hacia el otro.
Barriletes nace con esa marca, con esa preocupación, pero también en la espera de ese otro que puede llegar. Se trata de una búsqueda que encuentra gestos concretos en la preparación de un número cero en Agosto de 2001 para que pueda ser vendidos por familias que se encontraban sin ingresos. En esa escena, encontramos la preparación del recibimiento hacia el otro, que de repente habita este sitio y nos obliga a desnaturalizar hábitos de ambos lados. 
Este recibimiento, este preparar la revista para alguien que no conocemos, no acaba en la concreción de un grupo histórico de vendedores y vendedoras de Revista Barriletes. En cambio, se constituye en el paradigma de todas nuestras intervenciones. Especialmente, en el armado de Talleres, espacios, propuestas para niños, niñas, adolescentes, adultos que a lo largo de estos ya casi catorce años han habitado Barriletes.
Quisiera poder decir con estas afirmaciones que Barriletes ocupa siempre el lugar de lo por-venir. Es decir, de lo que aún está por suceder. Es eso lo que encontramos en la actitud de Vero al dibujar aquel árbol. El camino de Barriletes es un camino con piso pero sin techo, como rezaba una editorial de esta revista hace un tiempo. Un camino siempre puesto en lo que el encuentro inesperado con vendedoras, familias, estudiantes pueda deparar.
De todas esas hospitalidades que Barriletes ha construido históricamente, podríamos tomar el vínculo entablado con la infancia como punto de partida para reflexionar en estas páginas.

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La primer noticia de la relación de Barriletes con la infancia la tenemos, azarosamente, en el número cero. Barriletes en aquel momento no se proponía, estructuralmente, alojar los deseos e inquietudes de la infancia. Sin embargo, una visita a la Residencia socio-educativa Hogar Chicos de la calle, encuentra a quienes buscaban la primer Tapa de Barriletes con un grupo de niños que miraban televisión en un rincón. La curiosidad hace girar sus rostros y la foto sucede, como relataba Juan hace poco en un escrito. 
De ese encuentro casual surge entonces la Tapa de aquel número cero, en que se puede leer en los rostros de los niños fotografiados la sorpresa, como una suerte de temor que es sobrepasado y vuelto incipiente sonrisa en algunos de ellos. Quizás podríamos ser lo suficientemente atrevidos como para imaginar algo de ese temor vuelto sonrisa en el rostro del adulto que, del otro lado de la cámara, saca la foto. 
Desde esa imagen que nos signó, la presencia de la infancia en Barriletes se fue repitiendo. Los días de armado de la revista, la presencia de las familias enteras de vendedores y vendedoras en el primer local de Barriletes, en Perú y Libertad, fue evidenciando la necesidad de pensar de qué manera Barriletes podía dar sitio a esos niños y niñas que pululaban por el lugar. Se fue pensando entonces en la creación de espacio amable, que permitiera brindar un tiempo y lugar específico (como el galpón un sábado por la tarde)  en que ejercer el buentrato de los niños entre sí y de adultos a niños.
En ese momento de la historia barriletera se pasa a entender que la infancia es una población sumamente vulnerable. Como  sostiene la escritora Graciela Montes, nuestro contacto con la infancia siempre está atravesado por una disimetría de poder: “Los adultos somos responsables personalmente de los niños porque somos hegemónicos, tenemos el poder. De un lado hay alguien que puede y sabe más –el adulto-, del otro alguien que puede y sabe menos: el chico. Somos los grandes los que tomamos las decisiones, y los que toman decisiones son responsables.”

Es desde este lugar responsable que Montes nos invita a (re)pensar la infancia en los tiempos que corren. Si la crianza ha sido la transmisión del sentido de la vida, ¿qué tipo de sentido heredaremos a los niños en medio de un mundo con mercados globales y capitalismo salvaje? La pregunta resulta desafiante, y requiere poder darnos cuenta que la infancia no debe ser privatizada, debe ser entendida como asunto público cuyo presente respecta a toda una serie de responsabilidades que van más allá de sus padres, docentes, talleristas. Las decisiones en torno a la infancia debieran ser, entonces, decisiones socialmente tomadas. 
Desde esta responsabilidad asumida es que Barriletes ha interactuado con niños y niñas, así como adolescentes, desde hace varios años. Sería en 2007, con la mudanza a Santos Domínguez de nuestra Asociación, que se comenzaría a pensar en la creación de un espacio específico de Talleres que bajo el nombre de Área de expresión conjuga una grilla de actividades devenidas de aquel primer espacio amable. 
Con las reflexiones que la concepción del niño como sujeto de derecho ha acarreado en los últimos años, los Talleristas de Barriletes nucleados en esta área hemos pasado durante 2014 por un proceso de reflexión crítica de nuestro hacer. Desde este lugar hemos elegido asumir la infancia como marca singular de la historia de Barriletes, y poder finalmente dar nombre a aquello que hemos venido haciendo en estos años: construir una política de infancia barriletera. Esto es, construir lo que nosotros entendemos por infancia desde la promoción de derechos y la creación de un tiempo y espacio en que una niña pueda ser niña. La infancia entonces se vuelve un modo de ser y estar en el mundo. 
Así es que a fines de 2014 decidimos colectivamente cambiar la denominación de nuestra Área de expresión a Área con niños y niñas. Nos pareció necesario que los niños y niñas se volvieran sujetos activos de Barriletes a la hora de enunciar nuestras prácticas. En aquel momento elaboramos un escrito que nos permitiera dejar constancia, ante nosotros mismos, de dicho cambio. Allí podemos leer: “Llamar así al Área implica volver al trabajo con la infancia una prioridad de nuestras tareas. Con este gesto decimos que los esfuerzos de esta área estarán centrados en hacer de Barriletes un lugar de construcción diaria de Infancias que permitan a los niños y niñas encontrar sitios en que poder ejercer libremente los derechos que los hacen niños y niñas.  Ya que la infancia solo es posible bajo los acuerdos sociales que la posibiliten, Barriletes se compromete entonces a construir infancias desde este sitio.”
Desde este compromiso se trata de transitar Barriletes hoy en día. Creemos que una Organización Social puede ser el sitio de construcción de nuevos acercamientos a la infancia. Entendiendo que la infancia es un concepto complejo, en que siempre se mezclan asuntos sociales, culturales e históricos que le dan lugar. El concepto de niño cambia de un barrio a otro, como hemos notado en el camino. Y aún más, puede hasta cambiar de un taller a otro. Esto último es lo que nos hace pensar qué cosas entendemos desde Barriletes que hacen a la infancia. Desde este lugar es que elaboramos acuerdos comunes en torno a la infancia. 
Puesto que siempre está, a las afueras de estas reflexiones, el niño con el que interactuamos. Aquel que nos demanda ojos cada vez más afinados con que mirarlo. 

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Revisando este camino es que podemos afirmar que al encuentro con un niño siempre llegamos tarde. No por una pereza o falta de premura. Sino porque, simplemente, no habría manera de llegar antes. 
Llegar tarde a la infancia significa que todos los que volvemos la mirada sobre la infancia, bajo ese nombre, lo hacemos desde nuestro lugar de adultos. “Nadie escribe su infancia en la infancia”, decía un ensayista argentino, Nicolás Rosa. Una frase que puede sintetizar este sentido de la infancia: no somos plenamente conscientes de su existencia cuando la atravesamos, y nos volvemos extremadamente conscientes de ella cuando la abandonamos. Escribir la infancia significa volverla relato, saber interrogarla. Un gesto que paradójicamente nunca podemos resolver dentro de la misma infancia. 
        Quienes nos obstinamos en pensar la infancia nos volvemos hacia un objeto ausente en nuestro propio recorrido. La infancia como tiempo que no volverá está detrás de nosotros. 
      Pero es en esas paradojas donde los talleristas hayamos una memoria activa de nuestra infancia que siempre se reinventa en el encuentro con los niños y niñas. Pido ayuda a las palabras de Milena, tallerista de Barriletes. Luego de uno Taller sostenido este año en el Paraná V, Milena escribe:

¿De verdad se los llevaron las hormigas? Luana pregunta después de que explico que no podemos comenzar el taller porque se han llevado los poemas. Y así nos fuimos a la plaza a buscarlos. todos hechos rollitos que se metían por los árboles y debajo de cualquier ramita. 
Esas hormigas se los llevaron mas lejos de lo que pensaba.

Cuando reunimos "La hormiga que canta" de Laura Devetach hicimos una edición artesanal, decorada con algunas hojas y dibujos de los chicos que se fueron sumando para habitar el taller. Esta edición fue guardada dentro de una caja en donde pondremos todos nuestros libros y dejaremos allí en el Centro. 
Después nos quedamos meta chimichurri chimichurri chimichurri, robándole la canción a las hormigas para cantarla y guardarla en un grabador. 
Fue un taller casi cantado, en donde estuvimos muy cerca de las palabras, letra a letra. Y otra vez me di cuenta de que ahí y así el tiempo pasa de otra forma. Quizás porque lo llevan sobre su cuerpo las hormigas.

   
En los días previos a ese taller que narra, Milena ha copiado poemas de un poemario de Devetach. El poemario juega en cada momento con la idea de una serie de hormigas que dispersan las letras. Un movimiento que se hace presente en las páginas del libro: tipografía que cambia, letras que caen sobre la hoja, poemas que no concluyen. Milena, entonces, esconde sus rollos con poemas en el descampado del barrio y propone finalmente a los niños su búsqueda debido a que “no podemos comenzar el taller porque se han llevado los poemas”. 
Si pudiéramos ir más allá del Taller, y nos ubicáramos en las escenas que lo preceden, podríamos imaginar a Milena, una estudiante de Letras de 21 años, copiando cada poema y enrollándolo. Una imagen que habilita otras preguntas. ¿Quién se vuelve infante en el espacio del Taller? ¿Quiénes son los niños del título de esta nota, del nombre de nuestra Área? 
En esa escena invertida, donde de repente encontramos a Milena vuelta niña quizás resida la clave de la infancia barriletera. Una infancia que siempre se resuelve en otro momento, en otra escena. Aquella escena en la que en medio de un taller, al momento de leer un poema o crear un sonido, un niño nos enseña, por fin, a vivir. 


Quisiera decir que estas palabras están escritas para Sole, como contestación a un mensaje dejado en mi mail hace tiempo, y como prueba de que siempre (leyendo, escribiendo e interviniendo) estamos sosteniendo la misma conversación.

Kevin Jones
para Barriletes 
Junio 2015

Literatura, un espacio donde todos podemos reconocernos - Yolanda Reyes

Ponencia presentada en 34 Congreso Internacional de IBBY (México)



I

“Yo le he perdido el miedo al dolor de los niños”, me sorprendí mientras me oía decir la frase, frente a un grupo de líderes comunitarios, en una biblioteca. Habíamos llegado a uno de esos pueblos de tierra caliente colombiana que quizás algunos de ustedes podrían asociar con el mítico “Macondo” de García Márquez y que conocemos como pueblos del Caribe, pese a que muchos no tienen vista al mar. La gente de ese pueblo intentaba retomar la vida que se le había roto en antes y después, por causa de una masacre paramilitar, en febrero de 2000, cuando unos hombres armados sacaron a la gente de sus actividades cotidianas, literalmente de su vida cotidiana, y fueron matando, reunidos en la plaza o por las veredas y los caminos de acceso, a muchos hombres y mujeres, a quienes habían estigmatizado como colaboradores de la guerrilla.

Yo conocía la historia antes de ir, la había leído en la prensa en su momento, como supe de otras masacres que ocurrieron en las últimas décadas en mi país y que convirtieron a la población civil inerme en objetivo de guerra, pero una cosa es conocer la historia filtrada por los diarios o asordinada por los noticieros, desde un apartamento en una zona residencial de Bogotá, y otra escuchar a las víctimas, repitiendo ese ritual tan necesario y sanador, de comenzar de nuevo a contar lo que vivieron, aun sin entenderlo. De modo que ahí estábamos, asistiendo a uno de los ritos más antiguos de la humanidad: el de ensartar palabras, unas al lado de las otras, para rebobinar los hechos una y otra vez, –otra vez más, como piden los niños– y no solo para contar la historia frente a nosotros, los forasteros, sino para volvérsela a contar entre ellos mismos: a sí mismos.

Siguiendo jerarquías implícitas, quizás rezagos de un mundo patriarcal, habían hablado los varones al comienzo: primero los líderes con mayor trayectoria, luego otros más jóvenes, hasta que por fin les había llegado el turno a las mujeres. Una de ellas contó que había subido a sus hijos en su burro, con un televisor recién comprado, para que huyeran por el monte y se salvaran –viejos gestos que la literatura ha convertido en símbolos: el burro, los tesoros y, sobre todo, el instinto de  poner a salvo a los niños–, y agregó que todavía, después de tantos años, había muchos detalles acerca de dónde estuvieron sus hijos durante esos días terribles y  qué comieron y por qué caminos se abrieron paso que no se habían contado.

Si bien todos los testimonios eran sobrecogedores, noté, entre los de los hombres y los de las mujeres, una diferencia de matices: los hombres tendían más a relatar hechos, en tanto que las mujeres se detenían más en las sensaciones, las emociones y las palabras que aún no se habían dicho. Enmarcada por la singularidad y por el color de cada voz, la memoria que a veces suele  pensarse como una sola, aquí se revelaba en toda su polifonía: muchas memorias, fragmentos de memorias, con timbres, tonos y también cuerpos diferentes, y noté cómo aquella  discontinuidad entre los hechos que nos motiva a contar una y otra vez para buscar hilos que den unidad temporal y espacial a la brutalidad de los eventos, tenía también variaciones de género. Todo relato, toda memoria, lo sabemos, es una búsqueda de sentido, una interpretación, y como yo había sido convocada a ese encuentro por escribir para los niños, por intentar dar palabra a Los agujeros negros, que es el título del libro que iba a leer en esa biblioteca, quise indagar sobre lo que sabían los niños.

–¿Los niños? –me preguntaron sorprendidos.

–Sí, ¿cómo hablan de esto con los niños?, –insistí, pero al ver sus caras de extrañeza, corregí la pregunta–: ¿Ustedes hablan de esto con los niños?

Me dieron respuestas del tipo “ellos eran muy chiquitos, o no se acuerdan, o no entienden o nacieron después de la masacre”. O “claro que nos han oído hablar de eso, pero directamente así, lo que se dice hablar con ellos, para ellos, no. Como estamos hablando aquí, no.”

Era un pueblo pequeño y los niños mayores y los adolescentes que aún no se habían acostado, revoloteaban por ahí. Habían pasado trece años desde entonces y los adultos no dejaban de hablar de la masacre, no podían dejar de hablar de la masacre, pero creían que los niños no oían.

–Los niños tienen orejas –les solté-, como suelo decirles a los padres de los más chiquitos cuando dicen que no saben cómo manejarlos, con sus hijos ahí, oyéndolos hablar.

La noble tarea de crear mundos con fantasías

Nota de Pablo Russo publicada en El Diario el día 14 de junio de 2015.


Diversas propuestas que buscan acercar a los niños a la literatura destacan la importancia de explorar los universos poéticos y narrativos desde la infancia.

Para descubrirse a sí mismo, Bastián, el protagonista de La historia sin fin, debe abandonar el mundo real y perderse en lo fantástico. “Cuando nos fijamos un objetivo, el mejor medio para alcanzarlo es tomar siempre el camino opuesto. Para llegar al paraíso, Dante, en su Divina comedia, comienza pasando por el infierno. Para encontrar la realidad hay que hacer lo mismo: darle la espalda y pasar por lo fantástico”, dijo en una entrevista Michael Ende, autor de la clásica fábula llevada al cine por Wolfgang Petersen en 1984. Esa es la motivación principal de los talleristas que trabajan para acercar a los niños a las letras: abrirles ventanas a otros mundos, siempre a través de una indagación lúdica. El fin: ejercer el derecho a la poesía y constituir futuros lectores, no solamente de libros sino de la realidad que los rodea. EL DIARIO imagina un recorrido posible por algunos de los planteos literarios para los locos bajitos, en su mayoría relacionados a bibliotecas e instituciones. 

DE OTRO MUNDO

En la biblioteca Esos Otros Mundos de la Asociación Civil Barriletes (Courreges 189) se formó un grupo de seis “mediadores de lectura” que actualmente interactúan con pequeños de dos escuelas primarias (César Blas Pérez Colman, dentro de la Escuela Hogar; y Gaspar Benavento), además de trabajar territorialmente en el barrio Paraná V. Kevin Jones, coordinador de la biblioteca, cuenta que este año decidieron explorar en la poesía, y que para muchos niños los talleres son su primer contacto con los libros. “Las reacciones de los chicos ante los poemas son siempre muy particulares, sorprendentes”, afirma el estudiante de Letras de la UNL. “Para nosotros, llamarnos mediadores de lectura es un posicionamiento político respecto a lo que hacemos: nos obliga siempre a tratar de pensar la lectura desde una situación no pedagógica ni moralizante, donde realmente el eje sea estar sosteniendo el encuentro entre un chico y un texto”, explica. 


El concepto de “mediación” es tomado de la antropóloga francesa Michéle Petit, quien investigó a jóvenes lectores de comunidades rurales y de los suburbios de París. Fue ella quien dio cuenta de la figura particular del mediador, al que detectó en todas las entrevistas realizadas con esos jóvenes como referencia a aquella persona que acercaba los textos, física y simbólicamente. “Cuando nos encontramos con el pensamiento de Petit, y estando de por medio la biblioteca de Barri, es que decidimos comenzar con un equipo de mediación de lectura específicamente. Empezamos una serie de tallares en Barriletes y eso fue creciendo. Así nos contactamos con escuelas públicas y se armó un trabajo más institucional”, narra Kevin, quien diferencia el concepto “mediación” del de “promoción” de lectura, ya que éste habla de un objeto -el libro-, mientras que la mediación parte del sujeto. “Somos lectores, eso es lo primordial: tenemos un saber de la experiencia de la literatura, que es intransferible, que sólo puede tener otra persona leyendo. No podemos dar ese saber pero sí acompañar ese momento, porque conocemos lo que está ocurriendo ahí”, detalla. “Varias de las cosas que hacemos con los chicos, leer y escribir junto a ellos por ejemplo, tienen mucho que ver con lo que sucede en un taller literario para niños. Creo que la diferencia está en que nosotros consideramos que un taller de mediación acerca textos a ese sitio de frontera, para que se ensanche, y lo hacemos porque creemos que todos tienen derecho a la poesía, que es distinto a considerar que concebimos el taller para que los niños sean escritores. No explotamos una capacidad artística particular o excepcional del chico, trabajamos con algo que todas las personas tenemos, que son los espacios poéticos. Lo que intentamos es que el chico reconozca esos lugares de su propia vida y pueda trabajar con eso, porque creemos que la poesía es una de las cosas de las que las personas no podemos prescindir”, expone Kevin. Lo fundamental de la decisión del trabajo institucional, rescata el mediador, es que lo realiza todo el curso, convirtiendo a la escuela en “la gran ocasión; el único lugar donde podemos llegar a pelear que todas las personas tengan acceso a la literatura”. El equipo de mediadores está compuesto por seis estudiantes universitarios de las carreras de letras, psicología y lengua y literatura de la Uader. “No existe una formación específica para esto, hay gente que viene de distintas corrientes, aunque una vez al año ofrecemos un taller que sirve también para que ingrese gente al grupo”, comenta Kevin. “Graciela Montes (autora de literatura infantil) manifiesta que en el momento en que leemos no somos del todo nosotros, pero tampoco somos del todo otros, como una frontera indómita. “Juguemos en el bosque mientras el lobo no está”, sería. La idea es que un taller de mediación de lectura no es un lugar fuera de la realidad: el lobo sigue estando presente pero nosotros lo que hacemos es jugar mientras no está, y también jugamos en el bosque, lo que quiere decir que no conocemos todo ese lugar. Cuando le damos un poema a un niño y no se lo explicamos hay algo de eso, de que puedan surgir otras cosas de ahí, y tratamos de respetarlo porque la idea es que la lectura es una experiencia individual y nosotros no nos podemos meter en el camino lector de un chico”. El objetivo es crear las condiciones para que un niño pueda tener tiempo y espacio de leer un poema, y eso ocurre en el mismo taller. “Lo espectacular sucede en ese momento, no después cuando hacemos la representación teatral del poema o cuando participamos con la lectura en algún acto: lo que importa es el instante preciso en el que el chico está teniendo acceso a la poesía. Ser y estar en la poesía, eso es el taller, esa es la intervención, tanto en una escuela como en un barrio”, sintetiza Kevin. 

CAMINANTES

La Biblioteca Popular Caminantes (Gobernador Antelo 1345) es otro de los espacios que cuenta con un equipo de “promotores de lectura”, creado hace cinco años, compuesto por unas siete personas. La actividad principal la articulan con las escuelas de la zona del barrio Los Gobernadores (Gregorio Las Heras, y Félix Garcilaso), con la Comisión Vecinal, con el Centro de Salud, con la comunidad en general y en la misma biblioteca o en la plaza de enfrente. “Trabajamos con la lectura, pero pensando no sólo en la lectura de un libro, sino en el proceso de interpretación del mundo”, aclara Silvina Suárez, una de sus integrantes. “Toda persona que accede a un bien cultural se va a parar de aquí en adelante desde otro lugar. Esto es un proceso, no es que al otro día el chico se levanta y sabe más porque tuvo contacto con un libro, pero sí va a ir construyendo su mundo con esas nuevas letras y experiencias que lo van constituyendo como un posible lector, aunque esa lectura a la que apuntamos es más amplia que la del libro: es leer el mundo, al que está al lado suyo, lo que le pasa. Si podés ver las situaciones, vas a poder hacer algo para cambiarlas”, revela Silvina. “Nuestro elemento básico es el libro, y apuntamos a esa fuente permanente para entrar por la ventanita de la literatura a mundos distintos. Además, los libros que usamos no son los más habituales del mercado, trabajamos fundamentalmente con autores argentinos y latinoamericanos, y también con composición de imágenes, músicas y poesías”, agrega. La mayoría de los promotores de este grupo son docentes. Se juntan los sábados en la Caminantes para delinear acciones, y es frecuente que se crucen con el material de lectura a la Plaza Alemania, para realizar pequeñas intervenciones con los gurises que juegan allí. “Somos muy cuidadosos también de la estética, de la conformación del libro que escogemos, del soporte como un objeto con un valor cultural muy fuerte. Lo transmitimos así, jugamos con los libros, nos divertimos, hacemos muchas cosas para que los chicos no piensen que es un objeto para sentarse y leer únicamente. Jamás les decimos “vengan a leer”, hay un abanico de posibilidades, que incluyen la lectura y ese fabuloso mundo de la literatura”, aclara Silvina, que define sus acciones como “una forma de convidar lecturas”. 

La noche de los pijamas 

La noche de los pijamas en la Biblioteca Popular se realiza desde el 2010, una vez al año. La edición de noviembre pasado contó con la visita de 3 mil personas, según señaló Iván Brizuela, el presidente de la institución. “La principal motivación es mostrar a la biblioteca como un recurso que tienen los adultos para cumplir con su rol social de acercar a los más chiquitos a la literatura. La idea de esta actividad puntual es que sea un momento de recreación en el que los chicos tengan una experiencia divertida en relación con la biblioteca y los libros, y que los adultos retomen esta inquietud”, explica Brizuela. Esa noche no hay únicamente libros sino también narraciones, música en vivo, actividades de expresión plástica, teatro, títeres… la biblioteca se transforma en una gran kermese cultural, y la única condición es que grandes y chicos vayan de pijama. “Está dirigida a los niños, pero tiene un fuerte componente de incentivación hacia los adultos, para que ayuden a los chicos a acercarse a este tipo de experiencias. Después de esta noche de promoción, siempre se arriman papás o abuelos con los nenes para asociarse. Los sábados a la mañana antes había muy poquita gente, y hoy pueden verse muchos chicos que concurren con sus padres o abuelos a sacar libros. Ahora, además, hay una mesa y un estante especial, mucho más accesibles para chicos”, comenta el director de la principal biblioteca pública de la provincia. 

Palabras multiformes para emprender vuelos coloridos 




María Eugenia Puigarnau lleva adelante un taller de iniciación literaria, que actualmente funciona en el Casal de Catalunya (Nogoyá 123) los días miércoles, y está destinado a la población infantil a partir de los 5 años. Lo define como “Espacio de promoción de la literatura infantil y animación a la escritura a través de actividades lúdicas”. El modo de trabajo es interdisciplinario: música, artes visuales, narraciones orales, teatro de títeres y proyección de cortos. “Mediante divertidos juegos que se ensamblan con los textos tenemos una noción de los diferentes géneros literarios. Por ejemplo: recreamos una obra de títeres con personajes realizados con materiales reciclables; creamos diferentes instrumentos que servirán para sonorizar cuentos, poesías y canciones; o realizamos cuentos a partir de la técnica de animación stop motion”, dice la profesora de Lengua y Literatura de la Uader. Una vez al mes hay picnic de lecturas, proyecciones de cortos o encuentros con narradores. Si bien Eugenia coordina, cuenta con la colaboración de Valentina Rodríguez, estudiante de música; y Alejandra Villa, docente del nivel inicial. “La formación de lectores va más allá de alfabetizar según lo entiende la escuela. Más bien se relaciona con el hecho de sembrar la inquietud por investigar y encontrar el texto que motive. Para eso, quien forma debe estar convencido que ha realizado la mejor selección de textos para transmitirlos; aunque a veces suelen ser los textos los que nos encuentran a nosotros. Hay que intentar formar lectores que no solo sepan leer, sino que sientan esa necesidad de hacerlo, por eso es importante transmitir la motivación”, opina Puigarnau, quien además coordina los Talleres Literarios para niños de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de Paraná.

martes, 23 de junio de 2015

Nano - intervenciones con la literatura y otras formas del arte: metodologías, obstáculos y tensiones.


El curso se sostiene sobre un conjunto de experiencias en extensión alrededor de la literatura y del arte en diferentes instituciones del país: solares municipales de la ciudad de Santa Fe, un colectivo de lectura autogestionado de Entre Ríos, una biblioteca popular autogestionada de Rosario, una cinemateca andante en Santa Fe, comedores de la ciudad de Tucumán, hospitales e instituciones carcelarias de Capital Federal, prácticas de lectura y escritura en Alto Verde, entre otros. El objetivo central es presentar, de cada experiencia, su sustento teórico, un breve relato con acciones centrales, dificultades y logros y, si se trata de un equipo, controversias teóricas y discusiones. Esta última práctica sigue las tesis centrales de Gerald Graff (1987) que pone la enseñanza de los nudos problemáticos en el corazón de las transferencias.

Destinatarios
Estudiantes de cualquier carrera, universitaria y no universitaria, interesados en formarse en animación de la lectura, profesores en letras y maestros, bibliotecarios.


Cronograma de encuentros y contenidos
Todas las exposiciones se centrarán en las bases teóricas de la propuesta; el corpus literario imprescindible; las acciones principales; los puntos de conflicto y los acuerdos.

Primer encuentro / Sábado 27 de junio de 09.00 a 13.00
“Tras las huellas de la Mandrágora”: una experiencia de lectura en solares municipales.
Un equipo de mediación de lectura: una experiencia de lectura augestionada en Entre Ríos.

Segundo encuentro / Sábado 4 de julio de 2015 de 09.00 a 13.00
Una experiencia de lectura en hospitales de Buenos Aires.
Una experiencia extensionista en la UBA.

Tercer encuentro / Sábado 1 de agosto de 2015 de 09.00 a 13.00
 “Mandrágora”: una experiencia de lectura en comedores de Tucumán.
El Lectobus: una experiencia de lectura en Santa Fe.

Cuarto encuentro / Sábado 22 de agosto de 2015 de 09.00 a 13.00
“En Alto Verde”: una experiencia de lectura en el barrio de Alto Verde.
Abracuentos: una experiencia de lectura en Santa Fe.

Quinto encuentro / Sábado 29 de agosto de 2015 de 09.00 a 13.00
“La Cita Rosa”: una biblioteca popular autogestionada de Rosario.
“Cinema La calor”: una intervención desde el cine.



Taller "Monigotes en la arena" (Diario de Taller - 19 de junio)

Yo anduve toda la semana con un árbol, me lo imaginaba como esos que a mi mamá le gustan tanto, los “arboles de la vida” creo, todos hechos de alambre. Pensaba en que el ingreso del Taller al interior del Centro de Salud Arturo Illia, algo que haríamos en este encuentro por primera vez, nos sea cómodo, hospitalario. Valga la redundancia, como la sombra de un árbol en pleno veranito entrerriano…

HOJAS OLOR VERANO
RAMAS PARA TREPAR
Y DEBAJO
A LA SOMBRITA
UN LUGAR PARA JUGAR.

Con Sole y Caro cortamos poemas de la Devetach, que conformaban una antología reunida y publicada por la provincia de Buenos Aires, (Aquí se puede descargar) y los pusimos de manera otoñal, en el centro, justo debajo del arbolito. Por detrás de este círculo, se veía la cartulina que llevaba escrita la actividad del día: “Los poemas se pueden cantar o dibujar”.

Una vez con todo dispuesto, nos fuimos afuera del centro para esperar a los chicos, que ya desde lejos nos miraban atentamente, hasta que al acercarse concretaban las preguntas: ¿dónde están las cosas? ¿no trajeron nada hoy?

Cuando estuvimos todos, comenzamos el viaje hacia nuestro nuevo espacio de Taller por el invierno. Allí nos esperaba un árbol que había perdido sus poemas.

En ronda, alrededor del circulo que habíamos preparado nos acomodamos, cada uno eligiendo un poema para darle a la Sole que ya le salía humo de tanto que cantaba. El ritmo, la rima y algunas palabras como pomporera se nos pasaron por la lengua. Un pomporerá es un bombo con porerá, es la que te pega una chiná. (Definiciónes escuchadas en el taller).

Luana nos hizo desgajar como una mandarina bien dulce uno de los poemas del libro, haciendo su canción. En ese momento estuvimos indómitos, en una frontera, y el tiempo era otro. Luana leía como queriendo no salirse nunca del poema, como queriendo que juguemos todos con ella. Parecía divertirse viendo como esas cabritas locas, las palabras, corrían por su papel y daban vueltas a carnero.

Así fue floreciendo nuestro arbolito de alambres, con los poemas que ilustramos y atamos con hilos a las ramas. Antes de irnos lo dejamos ahí en la entrada. Los chicos se asignaron la tarea de pasar todos los días para ver si no le escapa ninguno.



Estamos construyendo con los chicos un espacio de taller que permite pensar a la musicoterapia y a la mediación de lectura en dialogo. Llevamos un poema, generamos las condiciones para que el encuentro con los chicos pueda suceder y le damos ritmo, lo cantamos, tarareamos, imaginamos que instrumentos quedan bien con qué palabra, como Zaira, que decía que la flauta no quedaba bien con los pomporerá. Y también dialogamos, intentando pensar qué es el trabajo en red institucional, en el acá y allá del taller, con un centro de salud, un punto muy concurrido del barrio, que nos abre la puerta de un espacio ameno para que nos desenvolvamos, para que dejemos un libro-árbol de poemas.

Ahora que ya conté, me voy, con mi caja llena de…



UNA CAJA LLENA DE
CON MI CAJA LLENA DE
Y SILBANDO UNA CANCIÓN
AL ANDAR POR UN CAMINO
SIN QUERER ME ENCONTRÉ CON

Y SACA SACA QUE SACA
DE MI CAJA LLENA DE
NOS FUIMOS POR ESOS MUNDOS
MÁS VERDES QUE NO SE QUÉ.

MI CAJA QUEDÓ VACÍA
COMO MEDIA DEL REVÉS
POR FAVOR PONGANLE COSAS
PARA QUE YO PUEDA SER
LA QUE TENÍA UNA CAJA, UNA CAJA LLENA DE.

BUSCA QUE BUSCA QUE BUSCA
PARA LLENARLA OTRA VEZ
YO ME VOY POR LOS CAMINOS
AHORA LE TOCA A USTED.

Milena Frank

Habitaciones (2002) de Emma Barrandeguy


Recién entrados en Habitaciones nos encontramos con una pregunta por el origen de la intimidad:

"¿Dónde se originaron las cosas? No, no me estoy refiriendo a las cosas que fueron causa de este relato, sino a mis cosas, a mi manera de ser. Siempre quise comprender por qué soy la que soy y si algo algo tenía que ver en esto el clima, el medio social en que había ido desarrollándome." (p. 20)

Un interrogante que jamás nos abandona al habitar la obra de Emma Barrandeguy. Una obra que desemboca plenamente dentro de esa "novela" que María Moreno insistió en 2002 en rescatar y publicar. Ya que Habitaciones había sido escrita a fines de los cincuenta, y no publicada por Emma hasta entonces.

(Digitalizacion a cargo de la Biblioteca Esos otros mundos)

Refracciones (1986) de Emma Barrandeguy



Refracciones, publicado en 1986, es el segundo libro de poemas de Emma Barrandeguy. Siendo precedido por Las puertas (1964) y seguido por Camino hecho (1991). Con un comienzo pudoroso, que trata de explicar la "culpa" y el "fracaso" (como la autora lo nombra) de escribir sobre sí misma, Emma coloca al comienzo del libro el poema "El motivo" que funciona como clave de lectura del poemario.

EL MOTIVO

Las palabras de todos los poetas
me aferran por los brazos y me frenan.
Qué tienes para decir mujer ya vieja
entre la arena y las murallas ?
Tengo mi mano incansable,
nada más.
Tengo mi mano con arrugas
y venas tan marcadas.
Tengo mi mano
y, por qué no ? mis ojos
todavía en el verde
y en el árbol,
en la hormiga y en la curva
de un pecho
o en aquella cintura melodiosa.
De todos los poetas
podría extraer una cita
que a mi modo de vida se aviniera
y eso sería bastante.
Pero si tengo verguenza
de mi voz pobre y sin arraigo,
he aquí que la mano
me trae hasta la página
y entrego sin recato mis palabras.



(Digitalización a cargo de la Biblioteca Provincial de Entre Ríos)



Ilustra esta entrada un detalle de una ilusración interior del libro realizada por Beatrice Nuterel y Adrian Cangi

Fracasar en liberarse de los espejos - Taller poético de Junio.

La Asociación Civil Barriletes invita a participar de un Taller poético abierto alrededor de la obra de la poeta Emma Barrandeguy el próximo Sábado 27 de junio de 2015 a partir de las 17hs en su sede de Courreges 189 - Paraná.

Emma Barrandeguy (Gualeguay, 1914 - 2006) perteneció a la mítica generación gualeya en que se inscribieron los nombres de Juan José Manauta, Juanele Ortiz, Carlos Mastronardi y Alfredo Veiravé, entre otros.  Su relación con la escritura siempre fue diversa: poeta, pero también periodista, dramaturga, ensayista y narradora.
En este taller, nos atrae su poesía marcada por una intimidad siempre indómita. Por ello, nos centraremos en el poemario Refracciones (1986), publicado en un momento particular de la obra de la autora. En las palabras que, bajo el título de “Explicación”, Barrandeguy coloca al comienzo de este poemario, nos señala: <<la literatura que hago siempre ha tenido que ver conmigo misma, que es casi lo mismo que decir que he fracasado en liberarme del espejo>>. Es desde esta poesía que se vuelve un espejo permanente que llegaremos a nuestra poeta. Así, a través de estos poemas trataremos de dar herramientas que permitan enviar, ingresar al resto de su obra.
Cada Taller poético es pensado como un espacio amable para encontrarse con los textos de un escritor particular en un encuentro por mes. Se realizan lecturas en voz alta, de forma colectiva y se proponen actividades de lectura y escritura que permitan tener acceso a diferentes aristas de la obra abordada.
La existencia de este espacio se fundamenta en la necesidad de crear tiempos y espacios diferentes para acercarse a la poesía y realizar una escucha atenta de la lengua en que nos habla.
Desde Agosto de 2014 nuestra Biblioteca Esos otros mundos ofrece estas instancias de Taller abiertas al público general que, de manera mensual, se desarrollan en torno a un poemario particular. De esta manera, en encuentros pasados se trabajó en torno a libros de Susana Thénon, Arnaldo Calveyra, Diana Bellessi, Beatriz Vallejos, Juan Manuel Inchauspe, Cristina Villanueva y Orlando Van Bredam.
El Taller poético es libre y gratuito. Por cuestiones organizativas, se recomienda inscribirse previamente al mail: bibliotecabarriletera@gmail.com

            A su vez, la Biblioteca Esos otros mundos comunica sus Horarios de atención semanales los días Jueves de 16 a 20hs, para préstamos de libros y consultas respecto a los talleres que la institución ofrece.


                                   Asociación Civil Barriletes.
Biblioteca Esos otros mundos.

                                                                                              Paraná, 22 de junio de 2015.


lunes, 8 de junio de 2015

Junio en la Benavento



Compartimos algunas imágenes de nuestro andar por esta escuela. Poco a poco comenzamos a respirar los últimos encuentros en torno a los jardines y la poesía como maneras de habitar el mundo. ¿Habremos llegado a eso? ¿Habremos aprendido —niños, talleristas, maestras, bibliotecaria— algo? ¿Tenemos que a-prender algo para luego compartirlo a los demás? Estas inquietudes y otros deseos son los echamos en la tierra de nuestros jardines, y así completar el mundo






EL MUNDO INCOMPLETO

El reverso del mundo plagado de
margaritas
ondulantes, iluminadas.
El mundo, tal como es,
difícilmente pueda completar
la llegada a las
ondulantes margaritas.
¿Quién necesita esas flores,
quién se queda en describirlas
tal como están, allá lejos,
quién sabe cómo son esas flores?
¿Y si no son margaritas?
¿Si no se llega,
si no se completa el mundo?