sábado, 28 de octubre de 2017

Encuentro con Graciela Montes

Revista Barriletes, núm. 193, octubre 2017, pp. 16-17
Sección: Apuntes de taller

"Me gusta que las cosas me desafíen”

Crónica de un paseo hacia el encuentro con Graciela Montes



Por Lautaro Maidana

A mediados de julio de este año, compañeros de la Biblioteca “Esos otros mundos” de Barriletes viajaron a La Plata para participar de una conversación con la escritora Graciela Montes. El encuentro fue organizado por la Biblioteca Popular “La chicharra” que es parte de la Asociación Civil “La grieta”, un colectivo de artistas, educadores y comunicadores que trabaja hace 25 años en el barrio platense Meridiano V. Las redes que conectan a personas, instituciones, autores y lectores son muchas y sutiles. En esta crónica, un barriletero nos cuenta sus impresiones de este mapa de afectos.



Un viaje –hoy me gusta más llamarlo paseo– transforma las reglas habituales del tiempo, las distancias y las responsabilidades. En un paseo como el que hice en julio me gusta dejar que la marcha de las cosas me sorprenda. No son muchos los días que tengo a la mano, por eso trato de impregnar mi cuerpo con todo lo que la ciudad tiene para ofrecerme. Llevo una libretita donde anoto cosas, cuando puedo y con una letra horrible. Lo único que registro con seriedad son los gastos, porque cuando regrese las monedas que me sobren serán aliadas en la supervivencia diaria.

De tanta excitación, a la ida no puedo dormir más de cuatro horas. La mañana de un viernes 14 de julio nos recibe lluviosa afuera de la Terminal de Retiro. Abordamos con Mile otro colectivo a La Plata. Las ventanas cerradas y empañadas no me dejan ver la ciudad que hay afuera, entonces me entretengo mirando cómo otros pasajeros se sacan varias selfies. Arrancamos el primer mate de nuestro paseo. Un movimiento brusco hace que salte el agua caliente, me queme un poco la mano e instintivamente pegue un grito. “El mate en cualquier situación delata nuestra extranjería”, piensa Milena.

A las 10 de la mañana ya estamos en “la ciudad del futuro”, como imaginaban a La Plata cuando fue planificada a fines del siglo XIX. Queremos ir al Paseo del Bosque, pero por más ordenada que sea la trama urbana, nos perdemos igual. En el camino nos tropezamos en sus veredas rotas y embarradas, las esquinas sin semáforos nos amenazan y las calles numeradas nos despistan. Encima yo, mientras camino, no puedo no mirar las casas, las líneas de los cables, las formas de los árboles, la basura desparramada donde imagino encontrar tesoros, los movimientos de la gente, lo que dicen los carteles… Creo que me falta dormir más, por eso ando tanto en Bavia.

Caminando por el Bosque
Por fin llegamos al Bosque. Nos dejamos atraer por lo que llama nuestra atención, total todavía falta para el encuentro con Graciela Montes. Seguimos la orilla de un lago hasta llegar a una especie de juego de cavernas. Entramos y después salimos a un caminito de columnas griegas rematadas con vasijas que tienen motivos mitológicos en relieve (ninfas, viejos sátiros y héroes estilizados). Un poco más allá está el Anfiteatro del Lago. Todo enrejado: no podemos entrar. Todo, también, hecho en una onda media griega o renacentista. Pura copia e impostura. La ciudad nos devela los sueños modernistas de quienes la construyeron fines del XIX. Saneamiento y dispersión para los ciudadanos de la Atenas de América.

Pero no nos quejamos. A mí todo me maravilla. Nos metemos al Museo de Ciencias Naturales y tenemos tanta excitación que soltamos algunas risotadas. El tiempo vuela y ya deberíamos pensar cómo atravesar la ciudad de norte a sur para llegar al Barrio Meridiano V. Decidimos tomar un tren porque sería lo más barato, pero en el intento de salir del Bosque hacia la estación de trenes, ¡nos perdemos! Si estuviéramos en un cuento de hadas, algún benefactor vendría en nuestro auxilio, pero no nos queda otra que probar suerte y seguir caminando. Llegamos bastante hambrientos a la estación, y mientras almorzamos en el andén caemos en la cuenta de que el tren que estamos esperando no es la mejor opción para llegar a destino. Lo más conveniente es tomar un colectivo, así que pedimos indicaciones y nos vamos hacia la parada prestando mucha atención. No quiero volver a perderme y sin embargo las ansias de llegar al encuentro con Graciela poco a poco me van llenando el cuerpo de hormigas que no me dejan pensar con claridad.

No consigo orientarme en el colectivo. Me dejo llevar por las paredes cubiertas de graffitis, consignas, dibujos y murales. Por suerte está Milena controlando el recorrido y me avisa de golpe que hemos llegado al galpón ferroviario donde funciona la Biblioteca “La chicharra”. El tiempo se nos viene encima justo cuando entramos. Adentro, un grupo de mujeres amorosas nos recibe con algarabía. No nos conocemos personalmente, salvo por contactos a través de las redes. Pero nos esperan con el cuidado que cualquier huésped auténtico sabe construir.

Estamos en uno de los barrios culturales más importantes y orilleros de La Plata. En todo lo que sentimos hay un aire de trabajo por la belleza y la comunidad. En el entrepiso del galpón donde funcionan talleres de arte, serigrafía y objetos, entre otros, las palabras de Andrea Iriart nos hacen recorrer más de 25 años de trabajo barrial, de redes afectivas y de lucha autogestiva. En la planta baja, la tarea archivística de “La chicharra” nos fascina. Desde hace años esta biblioteca se ha encargado de guardar y dar a conocer no solo los Libros que muerden (una muestra de libros y escritores censurados, prohibidos o perseguidos durante la última dictadura cívico-militar), sino también otras colecciones como las del Centro Editor de América Latina (Ceal). Entre mates y pastelitos (porque la lluvia nos pone golosos) seguimos charlando y conociéndonos. Se hacen las cinco y por la puerta de entrada se asoman las verdaderas visitas de esta tarde: Amanda Toubes, Graciela Montes y Ricardo Figueiras. Sin hacer mucho ruido nos vamos con Mile a ubicarnos en las butacas del salón donde se va a desarrollar la charla. Escuchamos cómo van y vienen otra vez las anfitrionas mostrando los rincones de la casa a los recién llegados. De a poco va llegando más y más gente para vivir este acontecimiento. Una cierta alegría de estar juntos nos recorre adentro del cuerpo.


Hace alrededor de 15 años que Graciela Montes no tiene una intervención pública como esta. Ni como autora de nuevos libros, ni como formadora de transmisores culturales. “Estoy retirada de la escritura, pero lo que me quede de energías lo voy a dedicar a entender el mundo que nos pasa”, arranca diciendo. La confesión de Graciela, que tiene 70 años ya, nos deja admirados. Nos cuenta que está leyendo en su ebook (donde puede poner más grandes las letras para facilitarle el trabajo a sus ojos) libros sobre la física del tiempo y sobre la historia de la humanidad. Pero después se acuerda que no quería arrancar la conversación contándonos esto, sino con un recuerdo de hace muchos años.

En ese recuerdo, Graciela es una joven estudiante de literatura y tiene que ir a una escuela a hacer sus prácticas docentes. El tema que tiene que dar son “las metáforas” y para eso ella elige leerles a sus alumnos dos poemas del Romancero gitano de Federico García Lorca. Entonces saca su librito y empieza a leer. Nos lee a nosotros esos dos poemas. Al principio va rápido y después se detiene con gusto en cada verso. Cuando termina, Graciela relata que se sentía asustada porque era la primera vez que estaba frente a un grupo de personas enseñando algo, y porque además sus alumnos tenían casi la misma edad que ella (alrededor de 20 años). Pero sobre todo confiesa que ha elegido ese recuerdo porque la situación de estar ante un público que espera palabras de ella para entender el mundo es la misma ahora y en ese entonces. Entre la inseguridad de una situación que siempre retorna (la clase, la conferencia, el taller) y la apuesta por un mundo que nos cobije con sus letras, Graciela nos vuelve a desafiar: “Y a mí me gusta seguir aprendiendo. A veces es bueno estar en lugares donde no estamos seguros”.


Ricardo Figueiras, Amanda Toubes, Graciela Montes y Gabriela Pesclevi
La conversación sigue su curso. Toman la palabra Ricardo, que es el marido de Graciela, y Amanda. Los tres son viejos amigos de los tiempos del Ceal y entre anécdotas y chistes se va generando un clima de complicidad que nos descontractura a todos. Gabriela Pesclevi coordina la charla y da pie para que niños y adolescentes de los talleres de esta organización social le hagan preguntas a Graciela. Uno pregunta cómo hace para escribir tantas historias, otro si se identifica con alguno de sus libros, otro le pide recomendaciones para ser escritor. Todos nos animamos a contar algo, recordar alguna lectura, o simplemente mostrar un agradecimiento. Hay una emoción desatada en ese salón que no queremos que se termine nunca. Por mi parte, sé que voy a volver a Paraná afirmando que Graciela es una maestra que me alegra haber encontrado en esta vida.

Yo no sé si es una profesión que recomiendo –responde Graciela a una de las preguntas–. En fin, supongamos que te empecinás. Leé. Los escritores aprendemos a escribir leyendo. Leer lo más variado posible, lo más rico posible, metiéndote por caminos nuevos, leyendo lo que no entendés, aprendiendo otros idiomas… todas esas cosas te abren la cabeza y te dan una herramienta formidable que hay que tener para escribir o para hacer otras cosas, que es la palabra, el lenguaje. Eso sí vale oro. Eso sí se los recomiendo, que todos se lo apropien al máximo, lo más rico posible. Tratando de que no se pierda ni una sola palabra de las que se pueden usar. Ni una. Esa es una acumulación de la riqueza que recomiendo. ¡La única!
Leer, aprender y tratar de entender las cosas nuevas y los espacios nuevos en los que estamos. A mí, pensar siempre me sirvió. Yo sé que algunos dicen “no hay que pensar, solo hay que sentir”. Yo soy de los que siempre trataron de pensar. Qué le vamos a hacer.

Integrantes del colectivo "La Grieta" de La Plata junto a Mile y Lauti

Dedico este texto a quienes nos alojaron durante este paseo: a Andrea y su hija, Gabriela, Vero, Paula, y todo el equipo de La Grieta. A Silvia y Yamil.


viernes, 26 de mayo de 2017

Primeros talleres en la Escuela Hogar

Aprender a leermirar en la Escuela Primaria N° 1 "Dr. César Blas Pérez Colman"

 

¿Cómo aprendemos a leer? ¿Cómo aprendemos a mirar? ¿Se puede enseñar estas cosas?
Este año volvemos a habitar la Escuela Hogar de Paraná, donde el taller, nuestra intervención específica, nos hace arriesgar respuestas a estos interrogantes junto a estudiantes de un primer grado.
En la biblioteca escolar o en el aula, el deseo de aprender a manipular las palabras y el de convertirnos en paseantes por la cultura nos vuelven a atravesar el cuerpo.
Dos libros álbum han sido los ejes de estos primeros talleres: Los misterios del señor Burdick de Chris van Allsburg y Abecedario a mano de Isol.
¿A dónde nos seguirá llevando la aventura del taller?









Los misterios del señor Burdick. Chris van Allsburg

Abecedario a mano. Isol

miércoles, 24 de mayo de 2017


TALLERES SOBRE OLGA OROZCO EN LA ESCUELA Nº 202 "GASPAR BENAVENTO"


Traemos hasta aquí algunas imágenes de los dos primeros Talleres de poesía junto a los y las estudiantes de sexto, en la escuela del viento, la "Gaspar Benavento". 
Este año, comenzamos leyendo un poemario de Olga Orozco titulado "Cantos a Berenice", un libro que explora los misterios y secretos de un "yo" poético que interroga sobre el encuentro, las vidas, la ausencia, de una gata, Berenice.
Trabajamos con el libro en dos encuentros. En el primero, nos estuvimos preguntando qué es la poesía y qué es un taller para cada unx, hasta que arribamos al Canto XV del poemario que llevamos desarmado en papelitos y fuimos leyendo en ronda, paladeando palabras extrañas o que no entendíamos.

Esa misma sensación de extrañeza anduvo también en el segundo encuentro, cuando hicimos collages que escenificaran algunos versos que elegimos del poemario. Después, durante el recreo, junto a lxs chicxs montamos una pequeña exposición en el patio de la escuela. 

Hacia el final de este segundo taller, después de escuchar la voz de Olga haciendo un "haul" (Pueden acceder al fragmento de video en este link https://drive.google.com/open?id=0B0zE5-9aZeTzX1pCQUZwMHNIaFU ) de su obra y un "tag" (https://drive.google.com/open?id=0B0zE5-9aZeTzTEFoMWRxYjVjLWs) con sus fotos familiares, escribimos algunas palabras en el pizarrón que nos hablan de su poética:

Momias de ratones, cementerios de gatos, La noche a la deriva, cartomancia, lenguaje, símbolos, gatos, secreto, En el revés del cielo... y unas cuántas más.


Así empieza este libro de cantos, publicado por primera vez en 1977.

I

Si la casualidad es la más empeñosa jugada del destino,
alguna vez podremos interrogar con causa a esas escoltas de genealogías
que tendieron un puente desde tu desamparo hasta mi exilio
y cerraron de golpe las bocas del azar.
Cambiaremos panteras de diamante por abuelas de trébol,
dioses egipcios por profetas ciegos,
garra tenaz por mano sin descuido,
hasta encontrar las puntas secretas del ovillo que devanamos
juntas
y fue nuestro pequeño sol de cada día.
Con errores o trampas,
por esta vez hemos ganado la partida. 



















Ilustración de Martino para "Cantos a Berenice". Ed. En danza.


martes, 9 de mayo de 2017

Ebook: Nano-intervenciones con la literatura y otras formas de arte


Felices de haber compartido la experiencia de escuchar a otrxs que realizar intervenciones con la literatura, el cine y otras formas artísticas, y también de ser escuchadxs, compartimos el Ebook que archiva esas cartografías de prácticas de transmisión cultural y que lleva el mismo nombres que aquellos encuentros en 2015: "Nano-intervenciones con la literatura y otras formas del arte".

Sin dudas que la reunión de estas experiencias que sucedieron y suceden en diferentes lugares del país son un enorme aporte para seguir pensando e imaginando resistencias frente a lo que hoy nos sucede...

                                            

Presentación del Libro del jardín





El 21 de abril presentamos en la sede barriletera el Libro del jardín. Esta tercera publicación de Ediciones Barriletes recoge las escrituras de un taller de poesía realizado en la Escuela nº 202 "Gaspar Benavento" en el año 2015. Junto a esta escuela venimos trabajando hace ya algunos años, invitadxs en un comienzo por una bibliotecaria cómplice, Graciela Genre Bert. 
Actualmente en esta escuela estamos realizando el taller anual de poesía junto a estudiantes de sexto grado, acompañados por su bibliotecaria y las docentes de lengua y literatura. 

En las páginas de este libro-jardín hecho con palabras de niños, niñas y talleristas pueden leerse poemas y ensayos sobre un tema común, el "jardín" en la poesía de distintos autores del litoral. Por eso, decimos que el libro lleva en sí mismo dos fantasías de intervención: por un lado, publicar literatura escrita por niños y demandar que sea leída bajo ese término, y, por otro lado, divulgar tanto a poetas de la zona del litoral argentino como el trabajo de talleres en las escuelas que Barriletes sostiene. 


Durante la tardecita-noche en el salón barriletero conversamos con Patricia Torres y Joaquín Díaz, quienes nos trajeron sus lecturas sobre las poéticas que se entraman en los pliegues de este libro, surgido de la articulación entre una escuela pública y una organización social. 

Más tarde, nos acompañó la bella música de Rumor Litoral, grupo de artistas paranaenses conformado por: Analía Bosque, Chela Martínez Bader y Maru Figueroa. Y para el cierro, también cantaron y tocaron canciones de nuestros pagos Diego Quiñones y Guille Lugrin.

Compartimos algunas imágenes del evento y agradecemos otra vez a lxs invitadxs!





 




sábado, 15 de abril de 2017

El jardín queda en tu imaginación

Presentación del Libro del jardín en el II Festival de Verano (Biblioteca Genoveva)

El domingo 4 de febrero de 2017 estuvimos en la Segunda edición del Festival Las Hortensias, que organiza la Biblioteca Popular Genoveva del Delta de San Fernando. El trabajo de esta comunidad amorosa alrededor de la Biblioteca es increíble: llevan adelante el Programa Libros para viajar, que nutre con literatura los largos viajes en lancha de chicos y grandes hacia sus escuelas; han ampliado el fondo bibliográfico de la institución y lo han especializado en literatura isleña; y llevan adelante también una Escuela de Canotaje que ya cumplió un año. Todo eso se vivió también en el Festival. Ahí participamos de una mesa sobre Edición e Infancia, junto a Fabiana Di Luca de La Grieta (La Plata) y nuestra poeta amiga Cecilia Moscovich (Santa Fe). Las fotos son de otra querida amiga, Silvia Castro.
Publicamos el texto que nuestro tallerista Lautaro Maidana llevó a Las Hortensias para presentar el Libro del jardín (Ediciones Barriletes, 2016).



He escrito un puñado de palabras mientras esperaba este Festival para contarles algunas cosas en torno al Libro del jardín, la tercera publicación hasta el momento del proyecto Ediciones Barriletes. Este libro tiene una escena inaugural. Es, sin embargo, una escena que me falta. No estoy en esa aula de la Escuela Primaria N.º 202 “Gaspar Benavento” de mi ciudad, pero mis compañeros me han contado varias veces que fue una mañana luminosa.

Sofía, Milena y Kevin, talleristas de la Biblioteca “Esos otros mundos”, han preparado un taller para niños y niñas de un quinto grado de esa escuela paranaense que estábamos conociendo en 2014. Inquietos por el desafío de María Adelia Díaz Rönner (2011) a acarrear nuevos textos a la infancia, y así marcarle otros límites a la literatura infantil, estos tres talleristas les leen a un grupo de niños y niñas de alrededor de 10 años un fragmento de la novela La cama de Aurelia del poeta Arnaldo Calveyra. ¿Cómo llegaron a esa situación? ¿Cómo generaron las disponibilidades necesarias para que esos niños entren en poesía (Devetach, 2008), es decir, para que puedan estar de otro modo en el tiempo y en el espacio de esa aula cuando escuchan a otros leer literatura? Aunque estos son los datos que me faltan, he visto, he leído y he tocado varias veces lo que surgió después de esa lectura. En la novela, Aurelia Campodonico fue llamada por su madrina a mirar un jardín afuera de su casa. En el taller, un grupo de niños dibujó y escribió ese mismo jardín con trozos de imaginación provenientes no solo de esa lectura reciente, sino de todo un camino lector y cultural previo.

Hoy, esos papeles que quedaron del taller conforman el pliego desplegable y a colores que acompaña el Libro del jardín. En ese entonces, esos mismos papeles nos entusiasmaron a planificar junto a Graciela Genre Bert, la bibliotecaria de la escuela, seis meses de trabajo para el año siguiente, 2015, en que ese grupo cursaría el sexto grado de la escuela primaria. Pero, además, esas escrituras y dibujos infantiles vinieron a legitimar, para nosotros, una serie de hipótesis de lectura que nos permitía leer en los textos de ciertos escritores del Litoral una poética particular, la del jardín.

“Apuntes para un Jardín” fue el nombre del grupo de lectura que a comienzos del 2015 acompañó ese proceso de planificación de los talleres, en el cual los talleristas leímos, discutimos y compartimos a los poetas que llevaríamos luego a la escuela. Poemarios de Diana Bellessi, Arnaldo Calveyra, Beatriz Vallejos y Reynaldo Ros fueron los alimentos literarios para pensar cómo llevar adelante un taller de poesía mensual junto a un grupo particular de estudiantes primarios y con el objetivo de inventar un libro durante todo ese proceso.

Después, otras fantasías alimentarían nuestro proyecto de trabajo. Si en una mañana de taller habíamos dibujado todo un jardín de flores, ¿podríamos llegar a escribir un libro entero sobre ello, un libro sobre el jardín? ¿Qué caminos era necesario, entonces, tomar? Más aún, si ese camino se recorrería en una escuela, ¿escribir un jardín no supondría un proceso de enseñanza y de aprendizaje? Comprometidos en hacer que un taller de mediación de lectura tenga impactos en cómo se piensa la enseñanza de literatura en nuestras escuelas, el proyecto de trabajo que devino en este libro supuso la hipótesis de que para leer y escribir poesía es necesario establecer un vínculo pedagógico entre personas y textos, el cual posibilitara la emergencia de esos aprendizajes, luego de un trabajo perseverante en el tiempo.

Por eso, este libro proviene de esas y de también otras demoras perseverantes en el tiempo. Demoras junto a compañeros de militancia en Barriletes, la Organización Social de la que formamos parte, en la redacción de un proyecto de financiamiento del Estado municipal para que este objeto fuera posible materialmente. Demoras junto a Graciela y otros tantos trabajadores de la educación sin cuyos andares constantes y guías nuestra visión sobre lo que aún podemos hacer en la escuela sería acotada. Demoras junto a amigos talleristas en preparar talleres y luego escuchar los ruidos del hacer que ahí se producen. Demoras junto a niños y niñas en el silencio envolvente de un poema para aprender a leer y escribir poesía.

Regalo bordado de Marisa Negri y Gabriel Martino

En 1986, Laura Devetach, sorprendida por las preguntas que alrededor del amor, la muerte y la escritura muchos chicos le hacían cuando ella los visitaba en sus escuelas, se lamentaba de cuán desamparados estaban los niños para hablar y ser escuchados sobre ciertos temas (habría que ver si hoy lo siguen estando). Nos animó, entonces, a los más grandes, a los responsables individual y colectivamente por los más chicos (Montes, 1998), a volvernos más “maestras compañeras” con esta pregunta: “Si estamos preparando a los chicos para que se expresen: ¿estamos preparados nosotros para escucharlos? (1991:100). Me gustaría que en esta presentación, en la que seguro me estoy olvidando de contarles otras cosas importantes, nos detengamos a escuchar también qué dicen los niños poetas.

Martín, en un taller en que le escribimos cartas a ciertas palabras, se hace preguntas que fundarían el arte poética de cualquier escritor que las lea y que de ahora en más quiera escribir algo sobre el paisaje.
PAISAJE:
¿Por qué todos te admiran?
¿Por qué te sacan fotos?
¿Por qué te adornan con flores y
plantitas?
¿Serás único, no lo sé, serás fantástico?

Cada vez que te visito me sorprendes, en
cada lugar que voy te veo, serás infinito. (2016, 46)

Por su parte, Gabriel, dentro de un abismo extraño, puede conjugar la lengua escolar y la silvestre para conocer mejor el mundo de palabras que el taller le ha puesto a disposición. Él le pregunta al ¿POR QUÉ? (2016, 30):
¿Por qué en todas las palabras te usan?
¿Por qué te llamas por qué?
¿Por qué no te gustan los humanos?
¿Te gusta el petróleo?
¿Te gustaría conocerlo?
¿Por qué el Pablo no vino a la escuela?
¿Eres raza indígena, mulato, etc.?
¿Eres fantasma?
¿Te gusta que te usen?
¿Cómo te sientes?
¿Le vas a hacer una denuncia a
Sarmiento?
¿Qué sexo sos?
¿Tenés amigos o amigas?
¿Me amas a cuanto más con las mismas ganas?

Me pregunto: ¿por qué nos importa escuchar, leer, lo que tienen para decir los niños? ¿Por qué es importante hospedar la infancia, hacerles un lugar de protección integral en nuestro mundo de grandes? En relación con esto, ¿qué puede un taller de poesía mensual en la escuela, organizado por cuerpos comprometidos de adentro y de afuera de esa institución escolar? Acudo a las palabras de mis compañeros Hernán y Gabriela, del taller que tenemos en otra escuela de Paraná, y encuentro en ellas algunas pistas para continuar. Dicen ellos:
En medio de una coyuntura en la que el Estado vuelve a ponerse el lente tecnocrático para leer en clave de estrategia los problemas educativos es necesario volver a señalar [junto a Flavia Terigi] que “la enseñanza es el problema que las políticas públicas deben plantearse desde el principio y resolver en el nivel máximo del planeamiento”.
Elegimos entonces volver a la -siempre incómoda- pregunta por el lugar de la literatura en la escuela desde esta perspectiva: ¿sobre qué políticas públicas se sostienen esas escenas de intimidad en las que unx niñx se encuentra ante un poema susurrado o leyendo en silencio debajo de una mesa? ¿Qué escenas posibilitan las políticas públicas y sociales en las escuelas? (Baralle e Hirschfeld, 2016:24-25)

Estas cuestiones tienen sentido en nuestro trabajo como talleristas de una biblioteca comunitaria y militantes de una organización social en cuanto hay dos insistencias que, siento, nunca son del todo atendidas por quienes queremos que lo hagan. Por un lado, una insistencia del orden didáctico, de políticas educativas. Para que la poesía tenga un lugar estable, planificado y cotidiano dentro de la escuela, ¿estaremos dispuestos a seguir reclamando políticas públicas y sociales para que este trabajo artesanal sea válido y posible en otras escuelas del país, de todo el país, toda una provincia, o toda una ciudad? En este sentido, y por otro lado, una insistencia del orden de los acuerdos mayores. ¿Cuándo vamos a lograr, como comunidad, como sociedad, adscribir a la Ley de Protección Integral de Niños, Niñas y Adolescentes? Quiero decir, ¿cuándo vamos a acordar finalmente que es ese el punto de partida para que los grandes nos hagamos responsables por esos sujetos de derechos que incluso los niños son?

Por eso es que también celebro la intervención de este II Festival de Verano, puesto que en el camino de reforzar el cañamazo de las tramas de nuestras comunidades podemos responder esas respuestas mirando y estando cerca del trabajo de la Biblioteca Popular Genoveva. No quería desaprovechar esta ocasión para también agradecer por la hospitalidad y la posibilidad de conocer este lugar, esta hidro-geo-grafía y sus construcciones que tan bien demuestran que el compromiso y la amorosidad con que trabajan juntos los cuerpos son una apuesta por el futuro, por los que vendrán en ese tiempo.

Amalia Boselli y Natalia Bindenmaister, de Compañía Torcacita

Por último, algunas cuestiones personales que también quiero compartirles. Por una parte, una confesión. Mientras preparábamos este viaje, les comentaba a Kevin y a Hernán que esta no solo sería la primera vez que habitaría por unos días una isla, sino que principalmente estaba muy entusiasmado porque sería la primera vez que viajaría en un tren. Del lado de mi mamá, provengo de una familia de obreros del ferrocarril. Incluso vivo en el Barrio Ferroviario de Paraná. Pero jamás había andado en tren antes. Siempre había sido parte de relatos familiares, de parientes que iban y venían de Paraná hacia lugares que todavía no conozco en Entre Ríos. Cuentos de vacaciones en trenes en los que yo nunca me había trasladado. Por eso también quería agradecer a este Festival, por lo inesperado que un encuentro puede provocar en las personas.

Cecilia Moscovich, Lautaro Maidana, Marisa Negri, Kevin Jones y Fabiana di Luca

Y por otra parte, un recuerdo. Cuando estaba en cuarto grado, la seño Marta nos hacía escribir composiciones, pequeñas narraciones que presentábamos muy formalmente en hoja aparte. Yo me esforzaba por tener un “vocabulario variado” según nos había enseñado la seño, lo que era más o menos tratar de no repetir siempre las mismas palabras, usar sinónimos, adjetivos por doquier, y demás. Recuerdo el tema de dos composiciones: una era relatar la historia de Pinocho de acuerdo a la película de Disney que nos habían hecho ver previamente, y que yo reconstruí como quise o como pude, porque había faltado a la escuela el día que pasaron esa película. La otra composición era inventarle otra leyenda a la de los delfines que contaban los tehuelches. Esta me había gustado más. Era sobre unos pececitos que, muertos, habían sido tirados al inodoro y luego resucitados en los conductos cloacales para llegar al mar transformados en delfines.

Esas hojas ya no existen más. También me faltan. Nadie las guardó para volver a leerlas, tocarlas, o preguntar qué pasaba que escribía esas cosas. En las antípodas de este hecho, el Libro del jardín se constituirá como archivo en tanto haya otros que reciban sus palabras, que las lean como fueron pensadas y publicadas, como literatura. ¿Acaso escribir y publicar no es lanzar palabras para que destinatarios desconocidos se arriesguen a hacer cosas con ellas? Algo de todo esto ya sabía Martín al dejarnos este secreto con la confianza sin reparos que solo un niño puede dar, y que nosotros tenemos el deber de cobijar.
Hay un secreto que ustedes no deben decirle a nadie! El jardín sólo abre las puertas una vez al año y ese día es hoy así que aprovechá y andá. (…)
El jardín queda en tu imaginación si podés ir hoy me vas a ver jugando con las hormigas contra las mariquitas.
Fin (2016, 31)

Lautaro Maidana
lautaro.maidana8@gmail.com
02/02/17

Festejamos el primer año de la Escuela de canotaje

Envíos
Asociación Civil Barriletes y Escuela N.º 202 “Gaspar Benavento” (2016). Libro del jardín. Paraná: Ediciones Barriletes.
Baralle, Gabriela e Hirschfeld, Hernán (2016). “El lugar de la poesía en la escuela: entre los espacios íntimos y las políticas públicas”, en Revista Barriletes (N.º 183, diciembre 2016, pp. 23-25). Paraná.
Díaz Rönner, María Adelia (2011). La aldea literaria de los niños. Córdoba: Comunicarte.
Devetach, Laura (1991). “Los chicos del destape”, en Oficio de palabrera. Literatura para chicos y vida cotidiana. Córdoba: Comunicarte, 2012.
-------------------- (2008). La construcción del camino lector. Córdoba: Comunicarte.
Montes, Graciela (1998). “La infancia y los responsables”, en El corral de la infancia. México: FCE, 2011.

lunes, 20 de marzo de 2017

El golpe - Graciela Montes

El golpe - Graciela Montes


En 2016, en nuestro grupo de lectura e investigación sobre literatura infantil argentina "Viaje Olvidado" nos pasamos todo el año leyendo algunas novelas de Graciela Montes. De su obra aún nos quedan muchísimos caminos por recorrer. Por estas semanas, elegimos quedarnos con este texto de 1996, este relato necesario para construir memoria, verdad y justicia. Para aprender a levantar la vista y mirarnos a la cara.

"Algunas personas piensan que de las cosas malas y tristes es mejor olvidarse. Otras personas creemos que recordar es bueno; que hay cosas malas y tristes que, si no van a volver a suceder; es precisamente por eso por lo que nos acordamos de ellas, porque no las echamos fuera de nuestra memoria. (...)
El 24 de marzo de 1976 hubo un golpe de Estado. Un golpe de Estado es eso: una trompada a la democracia. (...)

A veces las personas no somos capaces de levantar la vista para mirar a nuestro alrededor y nos quedamos embobados con nuestro propio ombligo. Y muchos argentinos hicieron eso, no pudieron ver ni pensar más allá de su propio ombligo."

viernes, 24 de febrero de 2017

Nuevo horario de atención


¡Nuevo horario de atención de biblioteca!

Este año la biblioteca viajera se queda en su casa dos días a la semana, en la Sede de la Asociación Civil Barriletes. Para abrir sus puertas y habitar sus estantes, sus sillones, sus libros, su mesa de trabajo, sus susurradores, sus atrapasueños, sus talleres.

Los jueves y los viernes, de 17 a 20 horas, en la esquina de Courreges y Perú.
Para llevarte libros a tu casa podés hacerte socio de la biblioteca. Abonás una cuota solidaria de 30$, con la cual contribuís a este proyecto comunitario.

Una biblioteca donde alojar la cabeza y el corazón.

martes, 17 de enero de 2017

[Postales del 2016] Panel "Sobre los bordes de la infancia y la escritura"






Al igual que el año pasado, nos interesaba poder incluir dentro de nuestra participación en el VIII Festival Nacional de Poesía en la Escuela una instancia de formación que nos permitiera volver a pensar las prácticas. Esa instancia fue el Panel Sobre los bordes de la Escritura y la Infancia. Un espacio en que los profesores e investigadores Germán Prósperi (UNL/UNR) y Daniela Fumis (FHuC - UNL) compartieron sus saberes en torno al borde teórico que implica la instancia de escritura en la infancia. El eje de este encuentro fueron las escrituras infantiles compiladas en Y las estrellas caminaban como nosotros (Ediciones Barriletes, 2016).

lunes, 9 de enero de 2017

Amadeo y otra gente extraordinaria - Graciela Montes (1985)



Aquí se puede descargar Amadeo y otra gente extraordinaria (Gramón/ Colihue, 1985) de Graciela Montes, con ilustraciones de Elena Torres. El volúmen de cuentos contiene, además de "Amadeo" que le da título, los relatos "El problema de Carmela", "Luis y el Monstruogrís" y "Un gato de circo".

lunes, 2 de enero de 2017

El lugar de la poesía en la escuela: entre los espacios íntimos y las políticas públicas.

Hernán Hirschfeld y Gabriela Baralle

Talleristas de Barriletes se preguntan, a dos voces, por las derivas de las acciones concretas que institucionalmente realizamos junto a Escuelas Primarias Públicas de nuestra ciudad. Para ello, los recovecos de dos acciones, dos escenas en los pasillos del Complejo Escuela Hogar sirven de guía y cuento.

Desde la Biblioteca Comunitaria  “Esos otros mundos” de la Asociación Civil Barriletes hace ya cuatro años que habitamos algunas aulas de la Escuela Primaria de Tiempo Completo Nº 1 “César Blas Pérez Colman” sosteniendo talleres de mediación de lectura. La perspectiva de la mediación de lectura desde la cual nos posicionamos hace de nuestro quehacer en torno a la palabra poética un trabajo, ante todo, artesanal. No solo por el tiempo que como talleristas nos demoramos en urdir las escenas para propiciar el encuentro entre textos poéticos y niñxs, sino porque creemos que aquello que adviene en esos encuentros –siempre singulares e intransferibles– también necesita de un tiempo que transcurra lento y prolongado. Este modo de hacer, sin embargo, alberga ciertas incomodidades: en las dimensiones de una escuela como la “Pérez Colman” ¿por qué, cómo trabajar con un solo grado? ¿Por qué de entre casi 500 alumnos y alumnas trabajar durante todo un año con 15, 20?
Lo que anudan estas preguntas es un problema educativo, pedagógico y, ante todo, político: ¿qué lugar ocupamos allí en tanto organización social? ¿qué desplazamientos se producen y buscamos producir al hacer ingresar literatura en la escuela del modo en que lo hacemos?
Estos interrogantes en torno a la condición paradójica de nuestro hacer dentro de la escuela nos han conducido -especialmente durante este año– a imaginar formas de intervención que, aún sin apartarse de lo singular de nuestro trabajo, tengan un mayor alcance y habiliten vínculos con otros agentes de la institución educativa. En este sentido, se realizaron dos actividades en las que participaron niñas y niños de varios grados  de la Escuela: el Día del Libro y la Maratón de lectura.

Palabras susurradas: Maratón de Lectura

Como cada año, este 16 de septiembre se realizó en la Escuela Hogar la Maratón de lectura impulsada por la Fundación “Leer”, organización promotora de lectura que convoca a instituciones educativas de diferentes puntos del país a llevar adelante un “festejo para que la lectura ocurra”, según reza el 14° Documento de la Maratón Nacional. La bibliotecaria Dolly Amarilla nos invitó a participar de la actividad acercando nuestra propuesta a diferentes grados de la Escuela, y desde el principio nos interesaba encontrar formas de sostener las marcas de nuestro taller –la lectura íntima, silenciosa, la que da tiempo a pasar por el cuerpo–  aun sabiendo que estaríamos con esxs niñxs por única vez.
Sin show ni teatro, pensando escenas de taller que fueran más fugaces pero no por eso menos intensas, arribamos a la idea de llevar susurradores: tubos de cartón que funcionan como artificios mediadores de textos poéticos.
Encontramos en ellos la posibilidad de abrir un espacio tan breve como intenso cuyo centro estaba habitado por un poema, porque lo que habilitan estos artilugios es disponer el oído ante la respiración sonora del poema, enfrentarse a la materialidad sonora de la palabra poética vuelta susurro. Así, lo que nos permitieron esos tubos fue montar un secreto a la vista de todos, abrir un hueco negro de intimidad en medio de ese espacio público que es la escuela.
En el acto de susurrar, quien comienza a prestar cuerpo y voz murmurada al poema no accede a lo que escucha quien está siendo susurrado: boca y oído se tocan, se rozan, pero están al mismo tiempo distantes. Y por ello quizás presta tanta resistencia al comienzo, es el miedo del despojo ante la palabra poética suspendida en su propia materia sonora. Si la poesía deja siempre un resto imposible de asir, los susurradores duplican esa imposibilidad en tanto nos obligan a arrojar nuestra voz sin saber cómo ni cuándo llegará al oído que espera al otro lado.  
Este dispositivo poético, entonces, nos permitió configurar escenas en las que mediamos textos de la poeta litoraleña Beatriz Vallejos y algunos de los poemas escritos por “las chicas y los chicos de Poesía en la Escuela”. Niñxs a quienes nunca antes habíamos visto pasaron de cierta resistencia a estar deseosos de poner en sus bocas y oídos las palabras poéticas. Muchxs que no se animaban a leer frente a todxs podían hacerlo a través del susurrador si había al otro lado un oído paciente, presto a la escucha de una dicción lenta y deseosa.



Mares, noches y jardines: día del Libro

En el día del libro, 15 de junio, la biblioteca de la escuela se transformó en puertos. El evento vino a reafirmar que el trabajo junto con la infancia y la literatura se puede hacer, más allá de los grandes ‘escenarios’ donde se promociona y mercantilizan las prácticas de lectura, proponiendo una forma cálida de habitar la biblioteca.
Fue así que con el trabajo de las bibliotecarias -Dolly y Silvina- y lxs docentes de la escuela, montamos tres espacios a los cuales visitar de manera particular. El puerto del jardín, el de la noche y el del mar, aunaban varios de los textos con los que trabajamos en nuestros talleres.
El del mar fue donde me quedé. Tenía una mesa con una sábana que la cubría hasta el suelo y nos escondimos con Gabriela para poder mostrar –revelando solamente las manos-  un libro-álbum a modo de obra de teatro. El libro que mostrábamos es La ola, que relata el primer encuentro de una niña con el mar y tiene la particularidad de ser silencioso: no hay allí más que ilustraciones, y nosotros aprovechamos ese silencio para hacerlo parte de nuestro puerto.
Al final de la mañana, quizás la curiosidad de ese ‘estar bajo la mesa’ (¿quién nunca tuvo intriga de conocer el mundo escondido de las mesas y las sillas vistas desde abajo?) hizo que poco a poco más presencias estén acompañándonos en nuestro escondite. Cuando F.  -alumno de segundo grado con quien mantenemos talleres cada mes- se escondió con nosotros nos pedía que leamos relatos no una vez, sino varias. Me pregunté, en ese momento, sobre lo inusual de la escena: ¿por qué leer escondidos debajo de una mesa?
Con el tiempo, una cita de un texto que transita muy seguido por nuestra biblioteca, me encuentra en este momento para empezar a conjeturar una respuesta: “Incluso en las familias en que los padres nunca han prohibido la lectura, hay niños que leen bajo las sábanas, con la linterna en la mano, en contra del mundo entero. Hay una dimensión de transgresión en la lectura. Si hay tantos lectores que leen por la noche, si leer es con frecuencia un acto de la oscuridad, no es solamente porque haya en ello un sentimiento de culpa: de esta manera se crea un espacio para la intimidad, un jardín protegido de las miradas.” (Petit, 1999: 152)



De fronteras, derechos y políticas: la poesía en la escuela

Las escenas que guardamos de aquellos días nos traen nuevas preguntas: ¿qué sucede después de esas intervenciones? ¿Qué marcas dejan? ¿Hacia dónde va después unx niñx que fue interpeladx por la palabra poética?
Estos planteos nos llevan a una serie de preguntas que Graciela Montes arroja y a las que volvemos una y otra vez precisamente porque se ponen en juego en cada escena de mediación de lectura que sostenemos en la Escuela Pública: ¿vale la pena que la escuela se ocupe de este asunto de la literatura? y, más aún, ¿vale la pena que la literatura se ocupe de este asunto de la escuela? ¿tiene algo que decir la literatura cuando de educación se trata? (Montes, 1999: 87).
Decíamos al comienzo que se trata de un problema educativo y al mismo tiempo político. En principio, porque sostenemos con Flavia Terigi (2004) que la educación es un problema político. Esto es: si una niña o un niño egresan de la escuela primaria sin saber leer y escribir es un problema que le corresponde no solo a lxs docentes y al cuerpo directivo de las instituciones educativas sino también a los aparatos del Estado responsables de garantizar el derecho a la educación. Y en tanto se trata de un asunto público las organizaciones sociales somos también co-responsables de la garantía de esos derechos. En medio de una coyuntura en la que el Estado vuelve a ponerse el lente tecnocrático para leer en clave de estrategia los problemas educativos es necesario volver a señalar que “la enseñanza es el problema que las políticas públicas deben plantearse desde el principio y resolver en el nivel máximo del planeamiento” (Terigi, 2004).
Elegimos entonces volver a la -siempre incómoda- pregunta por el lugar de la literatura en la escuela desde esta perspectiva: ¿sobre qué políticas públicas se sostienen esas escenas de intimidad en las que unx niñx se encuentra ante un poema susurrado o leyendo en silencio debajo de una mesa? ¿Qué escenas posibilitan las políticas públicas y sociales en las escuelas?
Volvemos entonces a la Maratón y al Día del Libro para encontrar que la paradoja surge allí donde es preciso dedicar un día del año para que “la lectura ocurra” precisamente en la Escuela, que, desde sus orígenes, es el espacio que está por excelencia abocado a ello. La pregunta entonces sería qué tipo de lecturas hay en la escuela el resto de los días y qué lecturas quedan reservadas a ese único día en el año. O como plantea Cecilia Bajour cuando interpela la noción de “promoción de lectura”: “¿De qué hablamos cuando decimos “promoción de lectura” en el marco de la escuela? ¿La escuela necesita “promover” la lectura si precisamente desde que existe está atravesada por ella más allá de cómo lo haga?” (2014:72) Sin desconocer la potencia y el alcance de este tipo de intervenciones, no dejamos de apostar a una Escuela en la que la poesía pueda circular como otro modo posible de habitar el espacio cotidiano escolar. Y si con Graciela Montes (1999) sostenemos que el domicilio de la literatura es la frontera indómita -esa Tercera zona, al decir del psicoanalista Donald Winicott, que no es totalmente subjetiva ni totalmente objetiva sino que se sostiene en ese entre en el que tienen lugar también el juego y la cultura- la pregunta sería qué hace la Escuela con esa frontera que está en constante intercambio y a la vez con la amenaza latente de volverse estrecha. ¿Qué hacen el Estado y la Universidad a través de sus políticas públicas y sociales con la frontera indómita de los agentes que intervienen en el acto educativo (alumnxs, docentes, bibliotecarixs)?
Sabemos que los complejos entramados que van desde las condiciones socioeconómicas en las que se desarrollan esas infancias escolarizadas hasta las decisiones llamadas “macro-políticas” intervienen aquí y es por eso mismo que no dejamos de plantearnos estos interrogantes para seguir resignificando y problematizando nuestro quehacer.
Porque como organización social vinculada con la infancia buscamos intervenir en la Escuela Pública provocando escenas de lectura configuradas desde nuestro hacer singular que ponen en ejecución políticas públicas, como lo es (o mejor: fue) el Plan Nacional de Lectura desde 2003.
Sin embargo, no podemos dejar de apostar a que nuestras prácticas provoquen un impacto en los diseños curriculares y en la configuración de lo que Analía Gerbaudo ha llamado, aulas de la literatura (2011). Y es precisamente desde aquí que buscamos abrirlas hacia otros agentes de la institución escolar: en vistas a contribuir a la tarea de la Escuela Pública de permitir que lxs niñxs accedan a experiencias culturales múltiples y variadas como una parte constitutiva de su aprendizaje, es decir, como parte del diseño curricular, y no en hechos aislados o espectáculos eventuales. La lectura y el acceso al libro constituyen un derecho que elEstado debe garantizar no sólo proveyendo de libros a las escuelas –paso sin el cual todo lo otro resulta imposible– sino también propiciando la tarea de lxs docentes como sujetos culturales activos, como mediadores que en el entramado con otros agentes culturales puedan poner en ejecución las políticas públicas.  
Una vez más, como nos lo recuerda Graciela Montes, la literatura sigue siendo sapo de otro pozo. “Y aunque no es una especie natural de la escuela, sería bueno, y hasta extraordinariamente bueno, que la escuela le haga un sitio” (Montes, 1999: 88).


Bibliografía

Cecilia Bajour (2014) Oír entre líneas. El valor de la escucha en las prácticas de lectura. El Hacedor, Buenos Aires.

Mirta Colángelo (2015) De susurros y susurradores. Comunicarte, Córdoba.

Graciela Montes (1999) La frontera indómita. En torno a la construcción y defensa del espacio poético. FCE, México.

Michèle Petit (1999) Nuevos acercamientos a los jóvenes y la lectura. FCE: México.

Flavia Terigi (2004). “La enseñanza como problema político”. En FRIGERIO, Graciela y DIKER, Gabriela (comps.), La transmisión en las sociedades, las instituciones y los sujetos. Un concepto de la educación en acción. Buenos Aires, cem/Novedades Educativas.

Documento 14º Maratón Nacional de Lectura “Juegan los sentidos, bailan las palabras, resuenan las voces, ha llegado la poesía en esta ocasión”


Resolución Nº 707 “Plan Nacional de Lectura” (2008)